Una de mis conversaciones favoritas de la Biblia se encuentra en Lucas 18.
En ese capítulo, el evangelista Lucas relata que en una ocasión, un hombre religioso y rico se acercó a Jesús y le preguntó: “Maestro bueno, ¿Qué debería hacer para heredar la vida eterna?”
La respuesta de Jesús es una que seguramente nadie esperaría: “¿Por qué me llamas bueno? Solo Dios es verdaderamente bueno”.
Algunos toman esta respuesta de Jesús para decir que Él no era bueno. Pienso que Jesús respondió como lo hizo para confrontar a aquel hombre rico y hacerle evaluar qué es lo que él — el hombre rico— entendía por “bueno”. Es como si Jesús le dijera: “¿Por qué me llamas bueno a pesar de que apenas me conoces? ¿Por qué usas esas palabra a la ligera?”