«La Biblia no es difícil de entender. Es difícil de aceptar»
— Steve Lawson.
El otro día leía a Charles Spurgeon con mi hermanita de nueve años (Sí, eso es lo que leemos juntos a veces). Estamos estudiando el devocional “Morning by morning”. Por lo general, yo dejo que ella lea primero todo lo que corresponde ese día. Luego vuelvo a leer y le explico lo que dijo el autor.
Ella, a mi lado, leía a Spurgeon: “… ¿No sientes el deseo ni la necesidad de hacerle peticiones a Dios? Entonces que Dios, en su inmensa misericordia, exponga tus miserias porque ¡un alma sin oración es un alma sin Cristo!”
Luego de que mi hermanita leyó eso, hizo una pausa. Me miró con cara de asombro, con las cejas levantadas y me dijo sorprendida: “Eso es duro… pero necesitaba leerlo”.
Es sorprendente la forma en que Dios usa a los niños para enseñarnos a vivir con corazones de niños. Sinceramente, yo quiero ser un poco más como mi hermanita y creo que toda la iglesia necesita serlo.