A nadie sensato le gusta la publicidad engañosa. Sin embargo, eso es lo que muchas congregaciones, que dicen ser cristianas, usan para atraer personas.
Déjame compartir contigo una historia que tal vez te resulte familiar.
Alejandro es un joven muy listo, aunque no creyente, que fue invitado a una fiesta para jóvenes y decidió asistir. Cuando llegó al lugar, notó que la “fiesta” … es en el local de una iglesia que profesa ser evangélica.
El evento comenzó con 15 minutos de shows de diversos “ministerios” juveniles (bailes, teatros, etc.). Luego le siguieron 20 minutos de música cristiana y entonces 40 minutos de una “charla” que terminó siendo un sermón.