Si has leído Romanos o Gálatas, verás que a Pablo le importa mucho dejar bien claro a sus lectores que Abraham, el patriarca principal de Israel, fue justificado por Dios antes de ser circuncidado (esto es, antes de recibir la señal del pacto del pueblo judío) y 400 años antes de que la ley fuera dada por medio de Moisés a los israelitas.
Ese detalle de la historia hebrea puede parecer trivial, pero para Pablo no lo es. ¿Cuál es la importancia de este evento al explicar el evangelio? ¿Por qué es este asunto tan importante? La respuesta a estas preguntas, que veremos a continuación, nos ayuda a entender la Biblia y cómo las personas podían recibir la salvación en los tiempos del Antiguo Testamento.
La justificación es solo por la fe
En el corazón del evangelio bíblico está la justificación solo por la fe. Todos estamos bajo la condenación de Dios debido a nuestro pecado, por lo que no podemos salvarnos a nosotros mismos (Ro. 1:13-3:20). Necesitamos ser justificados, declarados justos por Él, para ser salvos del juicio que merecemos. Y si Dios pasara por alto nuestro pecado sin aplicar justicia, Él sería injusto, porque el pecado es una traición de proporciones infinitas ante su santidad.