Nunca había compartido públicamente este testimonio (no sé por qué), pero los últimos meses de pandemia me han motivado a hacerlo al considerar cómo muchos cristianos no son miembros de ninguna iglesia local y ahora justifican esto con la crisis actual. No hablo a quienes por la pandemia no pueden congregarse con su iglesia (lo cual es comprensible dependiendo del contexto y la situación), sino a quienes en medio de la pandemia se sienten bien sin formar parte de ninguna iglesia local.
Hace muchos años estuve una temporada sin pertenecer a una iglesia local. Al igual que miles de cristianos, no conseguía una iglesia sana en la ciudad donde vivía. ¿Cuál fue mi plan B mientras tanto? Escuchar sermones en Internet y mantener contacto por Facebook con amigos cristianos en otras ciudades. ¡Gloria a Dios por la tecnología!
Si conoces mi pasión por la teología reformada, ya puedes imaginar quiénes eran los predicadores que yo escuchaba una y otra vez. Sugel Michelén, John Piper, John MacArthur, etc. También seguía páginas en redes sociales que publicaban buen contenido bíblico y estuve en grupos cristianos con amigos a distancia para conversar sobre la Biblia.