Con frecuencia me escriben jóvenes de todas partes pidiéndome que escriba más artículos sobre noviazgo y relaciones. No lo hago por dos razones:
1) Aún no estoy casado, y aunque por la gracia de Dios mi relación con mi novia es asombrosa, no creo que sea correcto que me ponga a aconsejar públicamente sobre noviazgo.
2) No quiero contribuir más a la obsesión con el noviazgo que muchos jóvenes profesantes del cristianismo tienen.