Oswald Chambers (1874 – 1917) fue un evangelista y maestro cristiano que, luego de su muerte, se dio a conocer gracias a que su esposa publicó sus escritos, sermones y charlas a estudiantes y soldados.
Entre los libros que su esposa recopiló, está una devocional llamado “En pos de lo supremo”, que se ha convertido en uno de los libros cristianos más leídos en el mundo.
He leído el devocional. La primera vez que lo leí, fue de gran bendición para mi vida y me hizo pensar mucho. La segunda vez que lo leí, noté que estoy en desacuerdo con varios aspectos de la teología de Chambers. Sin embargo, en el devocional hay varios fragmentos, lecciones para la vida cristiana, de gran sabiduría, de los cuales compartiré 10 contigo.
1. Cuando sirvas a tu prójimo, recuerda como Dios trató contigo.
“Si nuestra consagración es a la humanidad, rápidamente seremos derrotados y quebrantados porque a menudo enfrentaremos mucha ingratitud por parte de los demás. Pero si somos motivados por el amor a Dios, ninguna ingratitud podrá impedir que nos sirvamos unos a otros.
El secreto de la determinación de Pablo para servir a otras personas estaba en su entendimiento personal sobre la manera en que Jesucristo había tratado con él: ‘habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador…’ (1 Timoteo 1:13). En otras palabras, sin importar qué tan mal otros hubieran tratado a Pablo, nunca podían haberlo hecho con el mismo grado de rencor y odio que él había utilizado para tratar a Jesucristo. Cuando nos damos cuenta de que el Señor nos ha servido hasta el extremo de nuestra mezquindad, egoísmo y pecado, nada de lo que podamos recibir de los demás podrá agotar nuestra determinación de servirlos por amor a Él”
2. No te distraigas con el éxito espiritual.
“Como obreros cristianos, la mundanalidad no es la trampa más peligrosa para nosotros, ni tampoco el pecado. Es el deseo inmoderado de obtener éxito espiritual, es decir, el éxito cuyo molde y medida es la época religiosa en que vivimos (…) En Lucas 10:20, Jesús les dijo a sus discípulos que no se alegraran por el éxito en su servicio y sin embargo, esto parece lo único en lo cual la mayoría de nosotros nos regocijamos. Tenemos punto de vista comercial: Contamos cuántas almas se han salvado y santificado, damos gracias a Dios y luego pensamos que todo está bien. Pero nuestro trabajo parte del fundamento que la gracia de Dios ya ha colocado. Nuestro deber no es salvar almas, sino discipularlas”
3. Ten determinación para obedecer a Dios aunque no te sientas inspirado.
“Si sólo realizáramos lo que nos sentimos inclinados a hacer, algunos de nosotros nunca haríamos nada. Existen personas totalmente inútiles en el reino espiritual porque son espiritualmente indecisas y débiles y se niegan a hacer algo, a menos que se encuentren inspiradas de una manera sobrenatural. La prueba de que nuestra relación con Dios marcha bien es que nos esforzamos al máximo, nos sintamos inspirados o no.
Una de las peores trampas en las que el obrero cristiano puede caer es obsesionarse con los momentos excepcionales de inspiración que ha tenido”
4. Deja el pasado atrás y avanza con Dios.
“El pasado nos muestra daños irreparables. Es cierto que hemos perdido oportunidades que nunca volverán, pero Dios puede transformar esta ansiedad destructiva en una constructiva reflexión para el futuro. Dejemos que el pasado duerma, pero que duerma en el pecho de Cristo.
Abandona el pasado irreversible en las manos de Dios y avanza hacia el irresistible futuro con Él”
5. Sobre los quebrantamientos del corazón.
«Lo primero que Dios hace es fundamentarnos en la dura realidad, hasta que no nos interese lo que pueda pasarnos individualmente, con tal de que logre hacer su voluntad con respecto al propósito de su redención. ¿Por qué no sufriremos quebrantamientos de corazón? Por medio de esas puertas Dios está abriendo camino de comunión con su Hijo. La mayoría de nosotros cae y desfallece ante el primer golpe doloroso. Nos sentamos en el umbral del propósito de Dios y nuestra luz se va extinguiendo por la autocompasión, con la ayuda de toda la supuesta compasión cristiana de otras personas en nuestro lecho de muerte. Pero Dios no hará lo mismo. Él se acerca y nos aprieta con la mano herida de su Hijo, diciendo: «Entra en comunión conmigo; levántate y resplandece» (Isaías 51:1-2). Si por medio de un corazón quebrantado Dios puede llevar a cabo sus propósitos en este mundo, entonces, ¿Porqué no darle gracias por haber quebrantado el mío?»
6. Medita en el evangelio.
“Debemos concentrarnos en ese gran punto de poder espiritual: la cruz. Si mantenemos el contacto con ese centro, el poder se liberará en nuestra vida. En los movimientos de santidad y en las reuniones de bendición espiritual, somos dados a no concentrarnos en la cruz de Cristo, sino en sus efectos.
En la actualidad se critica la debilidad de las iglesias y con justa razón. Uno de los motivos de esta debilidad es la falta de concentración en el verdadero centro de poder espiritual. No hemos meditado lo suficiente en la tragedia del Calvario o en el significado de la redención”.
7. Siempre que prediques, haz énfasis en lo que significa la cruz.
“En la historia secular, la cruz es algo sumamente pequeña, pero desde la perspectiva bíblica es más importante que todos los imperios del mundo. Nuestra predicación será totalmente improductiva, si dejamos de hacer énfasis en la tragedia de Dios en la cruz, porque no comunicará su poder para el hombre. Podrá ser interesante, pero no tendrá poder. Sin embargo, cuando predicamos la cruz, el poder de Dios se libera. ‘…Agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación… nosotros predicamos a Cristo crucificado…’ (1 Corintios 1:21,23)”
8. Si no hay reflexión, no has escuchado la voz de Dios en Su Palabra.
“Si sólo hay alegrías, dudo de que realmente hayamos escuchado a Dios. Deberíamos sentir gozo por haberlo escuchado, pero especialmente humillación por tardar tanto en escucharlo. Entonces, exclamaremos: «¡Cuánto me demoré en prestar atención y comprender lo que me ha estado hablando, a pesar de que lo venía haciendo durante días e incluso semanas!» Pero una vez que lo escuchas, Él te da el don de la humillación que ablanda el corazón. Este regalo siempre te lleva a escuchar a Dios ahora”
9. Conocemos más a Dios en medio de nuestras dificultades.
“Las olas enormes que asustarían a un nadador común producen gran emoción en el surfista que se ha deslizado sobre ellas. Apliquemos este ejemplo a nuestras circunstancias. Aquello que tratamos de evitar y contra lo cual luchamos, tribulación, angustia y persecución es lo mismo que produce en nosotros un gozo sobreabundante. Somos más que vencedores por medio de Él en todas estas cosas; no a pesar de ellas, sino en medio de ellas. Un santo nunca conoce el gozo del Señor a pesar de la tribulación, sino por causa de ella. Pablo dijo: ‘Sobreabundo de gozo en medio de todas nuestras tribulaciones’, (2 Corintios 7:4).
10. La vida cristiana es una vida de perseverancia.
“Cuando oramos, sentimos que la presencia de Dios nos envuelve y cambiamos momentáneamente. Luego regresamos a los días ordinarios y a los caminos de siempre y la gloria se desvanece. La vida de fe no consiste en una sucesión ininterrumpida de experiencias gloriosas, como si nos eleváramos con alas. Es una vida de perseverancia día tras día, de caminar y no fatigarse (ver Isaías 40:31)”