Esta es una de las resoluciones con más repercusiones que puedes tomar este año: Ser intencional en proponerte usar tu teléfono con sabiduría.
Sabemos que nuestros teléfonos son muy útiles. Nos permiten estar en contacto con gente que nos importa y tener vidas más organizadas, por nombrar un par de usos inteligentes. Sin embargo, a menudo ignoramos que también son una ventana a incontables tentaciones y distracciones.
Nos cuesta admitirlo, pero estos dispositivos hacen nuestras vidas más miserables cuando los empleamos en «piloto automático», la forma en que nuestra cultura y el mundo en que vivimos nos enseña a usarlos. Es decir, cuando los usamos sin reflexionar en cómo lo hacemos.
Hoy estamos acostumbrados a tener mentes fragmentadas, vidas inundadas de notificaciones y ser descuidados con el contenido que consumimos. Estamos habituados a depender en exceso de estos dispositivos e incontables aplicaciones que socavan nuestra privacidad de maneras perturbadoras para ganar dinero y además dañan nuestra capacidad de enfoque. Hoy vemos normal utilizar nuestro teléfono todo el tiempo, incluso para hacer «nada» (lo cual puede significar mover el pulgar de abajo hacia arriba durante largos minutos en alguna red social).
Es inevitable que esto afecte nuestra intimidad con Dios. También afecta nuestro trabajo, nuestras relaciones familiares, nuestros estudios y nuestro servicio en la iglesia. ¿Cómo esperar crecer en esas áreas si dejamos que nuestros teléfonos nos hagan más desenfocados ante las cosas que importan? ¡El mal uso de nuestros teléfonos estropea nuestras vidas y no nos damos cuenta! Ya sentimos que algo puede andar mal en cómo los manejamos, pero es fácil asumir que eso es «normal» porque todo el mundo usa sus teléfonos así. Es el nuevo statu quo en que vivimos y socava nuestro crecimiento en fruto para Dios.
¿Cómo podemos usar nuestros teléfonos con sabiduría? Las siguientes son cinco lecciones que he aprendido, intento aplicar y resultan provechosas para mí: