Doctrina. Una palabra que a millones de cristianos no les gusta. Por lo general la asociamos con terminología teológica que la mayoría de la gente ve insignificante, o peor, asociamos la palabra doctrina con el verbo adoctrinar, y creemos que ese verbo tiene que ver con lavarnos el cerebro.
Doctrina es la “palabra D”; la palabra que para muchas personas nunca debe ser nombrada en una iglesia. No obstante, la doctrina importa y quiero hacértelo ver en estas breves palabras. Lo que creemos, y en qué medida lo creemos, afecta profundamente la forma en que vivimos.
Todos los cristianos necesitamos conocer qué creemos, qué no creemos, y por qué. Así como hay doctrina correcta, aquella que vemos en la Biblia, hay doctrina incorrecta. Reconocer la diferencia es crucial para nosotros.







