Luego de hablar sobre las doctrinas de la gracia, y ante la controversia que genera tales enseñanzas y los debates que se ven en la iglesia latinoamericana al respecto, siento la responsabilidad de hablar un poco sobre lo que se conoce como “hipercalvinismo”.
¿Qué es el hipercalvinismo?
Es un desbalance teológico surgido en el siglo XVIII entre algunos reformados europeos, principalmente en Inglaterra, que en palabras del Nuevo Diccionario de Teología, “enfatiza la [doctrina de la] gracia irresistible a tal extensión que parece que no hay necesidad real de evangelizar”[1]Sinclair Ferguson, et. al., editors. (1988). The New Dictionary of Theology. InterVarsity Press. Hyper-Calvinism, p. 324..
El hipercalvinismo consiste en esencia en la negación de que debemos ofrecer el evangelio a todas las personas llamándolas a la fe y al arrepentimiento, y en la negación de que todo hombre tiene la responsabilidad de creer y arrepentirse. Esto se manifiesta en la creencia dañina de que hay que llamar a arrepentimiento sólo a individuos en quienes vemos alguna “evidencia” de que fueron escogidos.
Hipercalvinismo es lo que lo que sucede cuando tomas las doctrinas de la gracia, o lo que entiendes que son, y las apartas del resto de las Escrituras para llevarlas a deducciones contrarias a la Palabra de Dios.
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¿Y si mejor le decimos anti-calvinismo?
Como puedes ver, el hipercalvinismo no es calvinismo llevado al extremo como su nombre parece sugerir. No es lo que pasa cuando eres muy calvinista. Spurgeon, Lloyd-Jones, y miles de otros hombres piadosos fueron predicadores que se tomaron las doctrinas de la gracia en serio. ¡Ojala más personas se tomen las doctrinas de la gracia en serio! Por eso R.C. Sproul, en su excelente libro Escogidos por Dios, señala que al hipercalvinismo se le debe llamar mejor “anti-calvinismo”.
Es triste que muchos no-calvinistas digan que el calvinismo conduce al hipercalvinismo. Eso es usar un muñeco de paja para tratar de desacreditar las doctrinas de la gracia y a quienes las afirman. Eso es hablar sin conocer sobre lo que se habla, lo cual es necio, orgulloso y para nada amoroso.
Pero también veo que es triste que haya algunos hipercalvinistas por allí, personas que han puesto el razonamiento de ellos por encima de la Biblia, siendo de tropiezo para muchas personas.
Las doctrinas de la gracia son grandiosas. Creo que el evangelio nunca brilla más que cuando lo hace a través de estas verdades. Por eso es abominable que algunos tomen estas hermosas enseñanzas y, siguiendo una lógica distante del resto de lo que dice explícitamente la Biblia, las lleven a conclusiones anti-bíblicas. Por eso detesto el hipercalvinismo (Salmos 97:10).
Oremos para que este despertar en Latinoamérica de interés en las doctrinas de la gracia sea guardado por Dios del error del “anti-calvinismo”.
Referencías