“Los cristianos improductivos e inestables contradicen al Dios creativo, decidido, poderoso, y misericordioso al que amamos” —John Piper (No desperdicies tu vida).
El propósito de Jesús al ir a la cruz no fue solo salvarte del infierno. También incluye transformar toda tu vida… incluso la forma en que trabajas en donde Él te ha puesto ahora.
Dios está interesado en tu productividad. Pablo, guiado por el Espíritu, nos exhorta a usar el tiempo de la mejor manera (Ef. 5:15-16); Jesús nos enseña que debemos tener nuestras prioridades bien definidas según la voluntad de Dios (Lc. 10:41-42); el Padre es glorificado en que demos mucho fruto y seamos mayordomos fieles (Jn. 15:8; Mt. 25:21,26). “Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas” (Ef. 2:10).
Los Reformadores protestantes entendieron esto bien. Ellos hablaban de vivir y hacer todas las cosas para la gloria del Señor (1 Co. 10:31; Ro. 11:36). Somos llamados a vivir coram Deo, en la presencia de Dios. Pero en la iglesia de hoy, ¿no es cierto que a veces no entendemos cómo el evangelio debe afectar lo que hacemos?