Imagina a dos cristianos, Juan y Pedro. Ambos quieren honrar al Señor y por eso buscan predicar la verdad con seriedad, en todo tiempo, con paciencia y doctrina, tal como enseña la Biblia (2 Ti. 4:1-2).
Juan parece ser más exitoso en su predicación, pero Pedro no tanto. Juan ve muchas conversiones entre sus familiares, amigos y compañeros del trabajo, mientras Pedro ve a pocas personas siendo cambiadas por el evangelio.
Quiero que te hagas esta pregunta: Cuando Juan y Pedro estén en la presencia del Señor, ¿cuál de los dos será galardonado por nuestro Dios? ¿Cuál de los dos habrá obedecido? La respuesta es… ambos.