Cuando hablamos de la misteriosa y preciosa enseñanza de la Trinidad, para muchos cristianos se nos hace fácil ver de inmediato que Dios Padre es una Persona. La forma en que Él se ha revelado lo indica: “Padre”. De igual manera, se nos hace fácil pensar que el Hijo es una Persona, Jesucristo. Pero, ¿qué hay del Espíritu Santo? ¿Lo vemos como una Persona?
¿Por qué no ver al Espíritu como una fuerza mística impersonal? Eso es atractivo para mucha gente, como podemos ver en la actualidad en diversas sectas y religiones. No obstante, la Biblia revela que el Espíritu Santo, al igual que el Padre y el Hijo, es una Persona. Esto debe informar nuestro entendimiento de quién es Dios y cuán grande es su amor.
A fin de cuentas, si el Espíritu Santo que mora en el creyente no fuera una Persona, ¿cómo podemos entender que Dios está ahora con nosotros y nos ama de la manera más personal e íntima posible que podamos experimentar de este lado de la gloria?
Veamos tres razones bíblicas para creer que el Espíritu Santo es una Persona.