Un día Jesús pasó por el pueblo de Betania y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Ella tenía tenía una hermana que se llamaba María, la cual se sentó a los pies de Jesús y escuchaba sus palabras.
Marta se preocupaba por muchos preparativos. Se dejaba llevar por el afán de las cosas temporales. Por otro lado, María decidió hacer lo necesario y luego sentarse a los pies de Cristo conocer más a Jesús.
Marta se molestó al ver que María dejó de ayudarla en los quehaceres del hogar, así que se acercó a Jesús y le preguntó:
— Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola, haciendo todo el trabajo de la casa? Dile que me ayude.
— Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. — respondió Jesús (seguro con una amplia sonrisa de amor en su rostro). — Pero sólo una cosa es necesaria; María la ha elegido y nadie se la va a quitar.
Qué buen abogado es Jesús.[Continuar leyendo]


