Cualquiera pensaría que la crisis económica y social que atraviesa Venezuela acabó con el “evangelio de la prosperidad”. A fin de cuentas, ¿quién creería en ese “evangelio” luego de décadas decretando abundancia para el país sin que haya mejorado nada?
Sin embargo, tal distorsión de la verdad aún persiste. En el país siguen existiendo iglesias de prosperidad. Mientras visitaba una ciudad con mi esposa, fuimos invitados por unos amigos a asistir a una de estas congregaciones. Decidimos acompañarlos.
El servicio inició puntualmente (un bien escaso en muchas iglesias sanas que conozco). Fuimos correctamente atendidos y el lugar estaba saturado de personas. Pero el sermón fue horrible, el típico mensaje motivacional sobre “cómo derrotar a tu gigante”. Salimos tristes al percibir el engaño de muchos allí.