Cada día estoy más convencido de que al leer la Biblia, es mejor tener un plan que no tener alguno. Por eso la estrategia #1 que sugiero para profundizar en la Palabra es seguir un plan de lectura que la abarque toda.
Esta idea no es novedosa. Son incontables los cristianos que siguen —o tratan de hacerlo— planes de lectura de la Palabra. Y sin embargo, creo que esto es algo subestimado por muchos creyentes.






