Desde un púlpito pueden decirse muchas cosas los domingos. Algunas de ellas pueden ser verdaderas; otras pueden ser mentiras, aunque dichas con las mejores de las intenciones. No creas automáticamente todo lo que escuches en la iglesia.
Sé que este consejo es contrario a lo que muchos de nosotros hemos escuchado hasta el cansancio. A muchos cristianos en el mundo hispano nos educaron para no cuestionar lo que el pastor diga desde el púlpito y más bien recibir toda su enseñanza como la Palabra de Dios para nosotros. Pero ese no es el modelo bíblico. Necesitamos ejercer discernimiento.
Tenemos un ejemplo de esto en 1 Corintios 14. Cuando el apóstol Pablo da instrucciones allí sobre cómo debería practicarse el don de profecía en la iglesia, él dice algo que muchas iglesias suelen ignorar por completo en nuestros días: “Y que dos o tres profetas hablen, y los demás juzguen” (v. 30). La iglesia debía juzgar y discernir lo que escuchaba. Ningún creyente debía abrazar en piloto automático la enseñanza de los profetas que se levantaban en medio de ella y decían hablar de parte de Dios. ¿Hemos pensado lo suficiente en esto?