“¿Qué haría Jesús?”
Esa pregunta fue muy popular en los noventas, y lo sigue en la actualidad.
Para muchas personas es un slogan que usan en situaciones en las que no saben qué hacer… y para otras, es una excusa para justificar lo que está mal, como la complicidad con cosas que no deben ser toleradas, —porque “Jesús es amor”—, ignorando que Él fue muy claro al llamar al pecado por su nombre y decir verdades confrontantes.
¿Por qué deberías dejar de preguntarte qué haría Jesús?
Quiero contarte algo sobre esa pregunta que es grandioso para mí: No necesitas hacértela. La Biblia no nos deja espacio para divagar y tratar averiguar qué haría Jesús. En la Palabra de Dios ya leemos qué hizo Jesús mientras estuvo en la tierra.
Eso es asombrosamente liberador porque significa que no tengo que tratar de descubrir qué haría Jesús en mi lugar, sino que simplemente tengo que leer y ver. No soy como un viajero sin un mapa de donde está y a donde va. Tengo una dirección. Tengo una Biblia. Dios me la dio porque me ama.
Pero eso digo: Algunas personas deberían dejar de especular diciendo «¿Qué haría Jesús?», para empezar a preguntarse: «¿Qué hizo Jesús?”
Charles Spurgeon comentaba al hablar sobre la Biblia: “Hermanos y hermanas, si no comerán las manzanas que crecen en los árboles, ¡no deberían esperar que un ángel venga y se las traiga!” Y es cierto. Es necesario que sepamos que ningún ángel bajará del cielo a decirnos qué haría Jesús en nuestras circunstancias. Eso ya está en la Biblia. Ya alguien bajó, y fue el mismo Jesús a quien estamos llamados a seguir. Él obedeció a Dios en todo.
Lo que vemos en la Palabra sobre lo que hizo Jesús, nos sirve no solo para avivar nuestro gozo y alabanza a Él por su perfección y grandeza (ver Colosenses 2:9), sino también como ejemplo en cada área de nuestras vidas. Pablo dijo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1).
Por supuesto, es vital recordar que estamos llamados a ser imitadores de Cristo y así adorar a Dios, no para ser salvos, sino porque por fe lo somos.
Empieza a ver qué hizo Jesús… y síguelo
Quiero que dejes de preguntarte qué haría Jesús, así que aquí comparto algunas de las muchas cosas que Él hizo y que tienen aplicación para nosotros y nos sirven de guía perfecta.
Te animo a meditar y estudiar más en las Escritura sobre esto:
- Jesús, cuando fue tentado, uso la Palabra de Dios contra las tentaciones (Mateo 4:1-11). Él sabía que las promesas de Dios eran mejores que las promesas del pecado. Conocía las Escrituras y además sabía que el diablo sacaba pasajes bíblicos de su contexto.
- Jesús denunció la mentira y la falsa religión (Mateo 23). Lo hizo porque es justo y porque nos ama. Él nunca negoció la verdad y nunca lo hará porque Él es la Verdad (Juan 14:6). Si somos cristianos, no negociaremos lo que más necesitamos.
- Jesús glorificaba al Padre obedeciendo siempre (Juan 17:4). Él no adoraba a Dios con sus labios solamente, sino con toda Su vida. Esa es la verdadera adoración.
- Jesús, además de confrontar en amor, oraba por las fallas de las personas a su alrededor en vez de hundirlos y abandonarlos (Lucas 22:31-32).
- Jesús estaba más interesado en glorificar a Dios que en agradar a las personas (Lee todo Juan 6). Él estaba resuelto a cumplir con Su misión aunque muchas personas le dieran la espalda por ser sincero y confrontarlas.
- Jesús fue misericordioso, pero le dijo a las personas que no pecaran más (Juan 8:11). Eso es parte del verdadero amor. Él no vino simplemente a perdonarnos, sino también a llamarnos a la santidad. ¿Hacemos lo mismo con las personas a nuestro alrededor? ¿O somos cómplices de lo que está mal? Recordemos que cuando no llamamos al pecado por su nombre, estamos dando a las personas el mensaje de que no necesitan a Cristo.
- Jesús no fue egoísta ni pensó solo en sí mismo, sino que fue humilde y generoso al venir a la tierra a salvarnos. (Filipenses 2:3-11).
- Jesús oraba mientras otros dormían (Marcos 1:35). Si Jesús, siendo el Hijo unigénito de Dios oraba mucho, ¡cuánto más necesitamos hacerlo nosotros!
- Jesús amó a Su iglesia y se entregó por ella para santificarla, dando un ejemplo a seguir por todos los esposos. (Efesios 5:25-27).
- Jesús se encomendaba siempre a la voluntad de Dios, sin importar el precio (Lucas 22:42-44). Algo que aprendemos en el Getsemaní es que es infinitamente mejor sudar sangre que no hacer la voluntad de Dios.
Pero sobre todo, mira en la Biblia el precio que Jesús pagó por nuestra redención. Cuanto más comprendemos la obra salvadora de Cristo, más movidos somos a imitarle en verdad, buscando la santidad, sin excusar nuestro pecado detrás de preguntas especulativas.
Este Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre (Hebreos 13:8). Imitarlo es imposible en nuestras propias fuerzas. Jamás lo podremos hacer a la perfección mientras estemos en esta tierra, pero podemos acercarnos “confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).
Así creceremos siendo imitadores de Él a la vez que reconocemos que Dios terminará lo que empezó en nosotros (Filipenses 1:6). Por tanto, deja de preguntarte qué haría Jesús y mira cuan liberadora es esta verdad.
Publicado originalmente el 5 de marzo de 2015.