Aunque nada puede darnos más gozo que el evangelio, a los incrédulos nada puede incomodarles más que escuchar el evangelio. De hecho, mucha gente dejó de seguir a nuestro Señor cuando Él les predicó la verdad (Juan 6:66).
El evangelio muestra que no podemos salvarnos a nosotros mismos y que merecemos la ira de Dios por nuestra rebelión contra Él (Romanos 3:23-26). Nos dice que la salvación es sólo por gracia y sólo por medio de la fe en Jesucristo (Efesios 2:8).
Eso es duro porque deja en evidencia la maldad e incapacidad del hombre, y cuan inmerecida es la salvación. El evangelio es humillante: Exalta la gloria de Dios y expone la debilidad humana.
La gente no tiene problemas cuando le hablas de un dios que únicamente es amor, pero se ven perturbadas o enojadas ante la predicación de un Dios que no sólo es amor, sino que también es justo, santo y más soberano que lo que podamos pensar.
Sin embargo, todas las personas necesitan escuchar el evangelio y no algo que se le parezca (Romanos 10:9-17). Sólo la verdad puede salvar a las personas (Juan 8:32). Un cristiano se goza en ella y no en la mentira (1 Corintios 13:6)… y por eso aborrezco el popular “evangelio” que le dice a la gente que Jesús vino a morir por ellos porque valían mucho.
¿Somos dignos del amor de Dios?
A menudo hemos escuchado: “Cristo vino a morir porque tú lo vales. Dios cree en ti. Por tanto, sigue estos pasos y serás salvo”.
En muchas congregaciones se predica a un Jesús que necesita nuestra aceptación y que vino a morir por nosotros para demostrar, al estilo romántico shakesperiano, cuanto valemos para él.
Pero en la Biblia veo algo totalmente distinto. Algo que cambió mi vida por completo y que quiero compartir con el mundo entero. Y es que Cristo no vino a morir porque yo lo merecía y valía mucho. Jesús vino a morir como un sustituto, para la gloria de Dios.
El verdadero evangelio.
Si Dios nos perdonara sin el debido pago por nuestros pecados, como si el pecado fuese insignificante cuando en realidad es una ofensa cósmica ante Dios, Él traicionaría Su propia gloria.
Todos merecemos ser castigados por Dios, pero Él en Su gracia puso a Cristo, su hijo unigénito de infinito valor, como propiciación por nuestros pecados (Romanos 3:22-27). Así Jesús pagó nuestra deuda delante de Dios.
Cristo vino a dar Su vida por Sus ovejas (Juan 10:11). Él vino a soportar el castigo que tú y yo merecemos, no sólo la muerte física, sino la maldición de Dios derramada sobre Él mientras colgaba en la cruz (Gálatas 3:13). “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21).
La historia no termina allí. Jesús se levantó de entre los muertos como garantía de nuestra justificación (Romanos 4:25) y Él volverá para juzgar al mundo con justicia (Romanos 2:16).
Como puedes ver, Jesús no vino a morir por nosotros porque valíamos mucho. Esto puede incomodar, pero es lo que hace que el amor de Dios sea realmente significativo. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).
Hasta que no reconozcamos esto, jamás conoceremos realmente la misericordia y la gracia de Dios. No podemos conocer el amor de Dios hasta que primero entendamos que no lo merecemos.
“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4:10, énfasis añadido).
¿Pero entonces por qué nos salvó? Para alabanza de la gloria de Su gracia (Efesios 1:5). En la cruz se muestra cuán pecadores somos, cuán santo y valioso es el Dios contra el que todos hemos pecado, y cuán santo y valioso es Cristo, quien pagó toda nuestra infinita deuda.
El evangelio no es para tu autoestima.
Jesús no vino a salvar personas de una mala autoimagen, ni para darnos simplemente un ejemplo a seguir. Él vino a salvarnos de una eternidad en el infierno y de la esclavitud del pecado (Juan 8:36).
El problema con el “evangelio” que dice que Cristo vino a morir porque tú valías mucho, es que NO PUEDE SALVARTE. No es la verdad, y por tanto es una carretera hacia la decepción y perdición.
El falso “evangelio para el autoestima” no es un camino para el gozo más profundo, porque te invita a mirarte a ti mismo mintiéndote sobre tu verdadera condición. En ti no está lo que realmente necesitas. Pero el verdadero evangelio te invita a ver el valor de Cristo y vivir para la gloria de Dios. Y eso sí que es una buena noticia. Eso sí es amor.
El evangelio no es para tu autoestima, es para la gloria de Dios y eso es maravilloso. ¿Lo estás creyendo y compartiendo? Es mi oración que así sea.
Escrituras para mayor estudio: Romanos 3:21-28, 1 Corintios 1:27, Efesios 2:1-10.