Cuando empezaba a conocer la doctrina de la elección incondicional, una de mis objeciones tenía que ver con el evangelismo y la predestinación: Si Dios predestinó a quienes han de ser salvos, ¿para qué evangelizar?
En aquellos días, yo no había notado que también se puede presentar la misma objeción a quienes creen en una elección condicional; que Dios escogió para salvación a las personas que Él vio de antemano que iban a creer el evangelio.