“Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16-17).
Si la Biblia es la Palabra de Dios, entonces nuestra actitud al escuchar un sermón es crucial si queremos conocerle más y vivir para su gloria. Debemos considerar con seriedad cómo escuchamos a Dios al leer y usar la Biblia (Luc. 8:18; cp. 2 Tim. 2:15). Las implicaciones de escuchar bien o escuchar mal son eternas.