Cuando veo Tus cielos, obra de Tus dedos,
La luna y las estrellas que Tú has establecido,
Digo: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
Y el hijo del hombre para que lo cuides?
¡Sin embargo, lo has hecho un poco menor que los ángeles,
Y lo coronas de gloria y majestad!
Tú le haces señorear sobre las obras de Tus manos;
Todo lo has puesto bajo sus pies (Salmo 8:3-6).
Toda persona es asombrada de manera especial por ciertas cosas. Algunos se asombran, en primer lugar, por la última película de Marvel; otros se asombran por la situación económica difícil de sus países, o por el nuevo vehículo de una marca prestigiosa o lo majestuosa que puede resultar la vista de una montaña.
Vale la pena preguntarnos: ¿Cuáles son las cosas que más nos asombran? ¿Qué es aquello que más nos impacta y cautiva nuestros pensamientos y hasta nuestra imaginación? Nuestra respuesta puede revelar qué es lo que más moldea a nuestro corazón y cuál es el estado de nuestra alma. A fin de cuentas, si no nos asombran primero las cosas que deben asombrarnos en primer lugar, eso indica que hay algo en nosotros que no está bien.