Si tienes niños pequeños, haz este experimento: pregúntales cuándo creen que se inventó el teléfono inteligente. La respuesta puede sorprenderte.
Una de las tesis del sociólogo Neil Postman —uno de los pensadores más influyentes en el siglo XX sobre el impacto de la tecnología en nosotros— es que la tecnología suele volverse «mítica». Eso significa que tendemos a «pensar en nuestras creaciones tecnológicas como si fueran un regalo de Dios, como si fueran un parte del orden natural de las cosas».
Para ilustrar este punto, en uno de sus discursos comentó que en una ocasión les preguntó a sus estudiantes cuándo se inventó el alfabeto:
La pregunta los asombró. Es como si les preguntara cuándo se inventaron las nubes y los árboles. El alfabeto, creen, no fue algo inventado. Simplemente es. Es así con muchos productos de la cultura humana, pero ninguno más consistente que la tecnología. Coches, aviones, TV, películas, periódicos: han alcanzado un estatus mítico porque se perciben como regalos de la naturaleza, no como artefactos producidos en un contexto político e histórico específico.
¿Cuál es el peligro de esto? Postman es claro: «Cuando una tecnología se vuelve mítica, siempre es peligrosa porque luego se acepta tal como es, y por lo tanto, no es fácilmente susceptible de modificación o control».