“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor?” (Salmo 22:1).
En el momento más crítico de la historia de la humanidad, cuando todo parecía perdido y el Hijo de Dios agonizaba en la cruz del calvario, este fue el salmo que estuvo en su mente y corazón (Mt. 27:46). Se trata de uno de los pasajes de la Biblia más explícitos sobre el sufrimiento incomparable de Jesús por nosotros.
Al igual que David, el autor humano del salmo, Jesús soportó gran aflicción antes de ser exaltado como el rey del pueblo de Dios. Sin embargo, las cosas que en este salmo lucen como exageraciones o meras figuras literarias por parte de David para ilustrar y expresar su dolor, fueron verdaderas en Jesús.
Los vestidos de Jesús fueron repartidos y otros echaron suerte sobre ellos mientras Él estaba desnudo y en vergüenza (v. 18; cp. Mt. 27:35). Sus manos y pies fueron horadadas en verdad (v. 16). La gente lo miró colgado en la cruz, y menearon la cabeza en burla hacia Él mientras le decían: “Se encomendó a Jehová; líbrele él” (v. 8; cp. Mt. 27:43). En aquella cruz, Él experimentó realmente el abandono de Dios para que nosotros no tengamos que experimentarlo jamás si creemos el evangelio (v. 11; cp. Mt. 27:46).
El salmo 22 parece escrito por el mismo Jesús mientras agonizó en el calvario. Por lo tanto, es un salmo que nos llama a la esperanza en Dios en tiempos tan difíciles como los nuestros hoy. No importa cuán terrible sea la adversidad y pandemia que enfrentemos, sabemos que Dios está con nosotros porque su Hijo sufrió hasta lo sumo para que eso fuese una realidad. Cristo fue tratado como un criminal ante el Juez del universo para que tú y yo podamos ser recibidos como hijos.
Además, este salmo nos recuerda que Dios conoce el dolor no solo porque conoce todas las cosas, sino también porque lo experimentó por nosotros. Nuestro Salvador es varón de dolores experimentado en aflicción (Is. 53:3). Esto no brinda todas las respuestas que quisiéramos aquí y ahora a todas nuestras preguntas en medio del sufrimiento y el coronavirus, pero sí es la muestra más grande de que Dios no es indiferente a nuestra aflicción. El sufrimiento de Jesús en la cruz es la muestra irrefutable de su amor por nosotros que nunca nos dejará (Ro. 5:8; 8:31-39).
Al mismo tiempo, este salmo no solo nos apunta al sufrimiento de Cristo, sino también a su exaltación (v. 22) y nuestra adoración a Dios en respuesta a su salvación (v. 23-31). Por tanto, ora que el Señor te conceda deleitarte más en su amor revelado en el evangelio, y que así tu corazón sea movido a la alabanza en medio de la prueba. Cristo no se quedó en el sepulcro. Él fue exaltado. En esto tenemos la certeza de nuestra salvación y esperanza. Te animo a meditar en esta verdad.