A medida que las redes sociales tienen porciones más grandes de nuestra atención y pueden cautivarnos debido a la forma en que están diseñadas para mantenernos enganchados, más pueden ser una autoridad para nosotros al esclavizarnos de diversas maneras. A fin de cuentas, una parte vital del atractivo que las redes sociales quieren tener es que puedan ser indispensables para casi todo.
En las redes sociales hacemos más que ver y publicar contenido que puede influenciarnos. Buscamos respuestas a preguntas, nos comunicamos con otras personas, nos informamos para construir nuestra visión del mundo y establecemos una identidad ante los demás.
¿Hemos pensado lo suficiente en el impacto de esto?
La importancia de tu atención
La idea de que nuestra atención es valiosa porque determina cómo seremos influenciados no es algo nuevo. Es algo que la fe cristiana siempre ha creído. El rey Salomón lo tenía claro cuando escribió sobre la necesidad que tenemos de dar nuestra atención a la sabiduría que viene de Dios, la mejor autoridad de todas:
Hijo mío, presta atención a mis palabras;
Inclina tu oído a mis razones.
Que no se aparten de tus ojos;
Guárdalas en medio de tu corazón…
Miren tus ojos hacia adelante,
Y que tu mirada se fije en lo que está frente a ti (Pr 4:20-12, 25).
Según el cristianismo, nuestra atención siempre ha sido importante, y esta es una razón poderosa para que en nuestra generación consideremos cómo la enseñanza bíblica puede ayudarnos en nuestra era de distracción y manipulación.
De inmediato, notamos que el lenguaje bíblico es diferente al que usamos. Decimos que las redes sociales quieren nuestra atención, pero la forma más bíblica de hablar sobre esto sería decir que las redes sociales quieren nuestro corazón.
Sé que puede sonar raro decir que las redes quieren tu corazón. En nuestra cultura y siglo XXI pensamos que el corazón tiene que ver solo con sentimientos, en especial si hemos sido expuestos a películas de Disney y música pop. Sin embargo, la Biblia enseña no solo que sentimos con el corazón, sino que también actuamos y pensamos con él.
Por ejemplo, cuando Dios le dio una revelación al profeta Daniel sobre un sueño que tuvo el rey Nabucodonosor, el profeta afirmó ante el rey: «En cuanto a mí, me ha sido revelado este misterio, no porque yo tenga más sabiduría que cualquier otro viviente, sino con el fin de […] que usted entienda los pensamientos de su corazón» (Dn 2:30, énfasis agregado). Nuestros corazones toman decisiones y hacen planes: «Los propósitos del corazón son del hombre…» (Pr 16:1, énfasis agregado). Nuestras palabras salen del corazón, enseña Jesús (Mt 12:32). Nuestro corazón es el centro de nuestro pensamiento y no solo de nuestras emociones (Hch 8:22).
Lo que pensamos, actuamos y hablamos surge del corazón. Por eso Proverbios afirma: «Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida» (4:23). ¿Qué significa esto? Significa que aquello en lo que nuestro corazón esté más enfocado y preste su mayor atención, es lo que más puede influenciarnos. Se convertirá en nuestra brújula y norte al mismo tiempo.
Ahora piensa en esto: si las redes sociales quieren que pienses en ellas y lo que obtienes por medio de ellas, buscando cautivarte y darte lo que más engancha tus ojos, ¿no quieren, entonces, tu corazón? Cuando las empresas que están detrás de las redes sociales las diseñan y ajustan para impactar la forma en que actúas, y te llevan a pasar más tiempo en ellas o compartiendo más cosas, y gobiernan tu atención al hacerlas adictivas con ayuda de expertos en comportamiento humano e Inteligencia Artificial… entonces están detrás de tu corazón. Buscan el centro de tus emociones, pensamientos y voluntad. Nosotros no estamos conscientes de eso debido al buen trabajo que han hecho estas empresas para enmascarar cómo logran que sus plataformas resulten tan irresistibles.
Esta es una especie de esclavitud voluntaria moderna, en especial cuando pensamos que las redes sociales son indispensables en nuestra vida, y así justificamos nuestra presencia y actividad en ellas. No es exagerado decir entonces que la atención es el nuevo petróleo en la industria de la tecnología. Quien tenga más de este nuevo petróleo, va a ser más poderoso. Quien tenga una mayor cuota de nuestro corazón, de nuestra atención, será como un dios el día de hoy.
El comienzo de la devoción
Para mí como cristiano, esto es en extremo importante porque, como escribió la poeta Mary Oliver, «la atención es el comienzo de la devoción». Esto aplica a todas las áreas de la vida. No puedo ser más cautivado por la belleza de mi esposa si no le doy más de mi atención para verla. No puedo ser cautivado por una obra musical preciosa si mis oídos no están atentos a ella. No puedes ser avivado para estar entregado a algo si no le das atención, y lo mismo ocurre con Dios.
El cristianismo enseña que no puedes vivir con gozo y cumplir el propósito de tu vida si Dios no es tu mayor deleite, y Él no será tu mayor deleite si no le das tu atención. No podrás conocer Su belleza, apreciar cada día más el sonido de Su voz y ser avivado por Él. Pero ¿cómo vivir en devoción a Dios cuando las redes sociales, casi omnipresentes en nuestra cultura, quieren dirigir nuestra atención a otra parte? ¿Cómo procurar tener tu mayor deleite en el Señor y así vivir para Su gloria, cuando al mismo tiempo las redes sociales quieren y pueden manipular tus deseos debido a la tecnología que emplean y la información que tienen sobre nosotros?
Eso es lo que busco entender en el resto del libro Espiritual y conectado, y espero ser útil tanto a creyentes como a no creyentes. Es importante comprender las dimensiones de la batalla en la que estamos. Esto no significa que todos deberíamos decir adiós a las redes sociales. Es posible tener presencia en las redes sociales y al mismo tiempo conducirnos con sabiduría en nuestra era. Estar conectados no tiene que hacernos menos espirituales.
Además, esto tampoco significa que debemos pensar que toda la gente que trabaja en las empresas detrás de las redes sociales es cruel y quiere lo peor para nosotros de manera intencional, como unos Lex Luthors de la vida real. Hay personas en la industria que son sinceras al buscar construir lo que entienden que es un mundo mejor, con la influencia y poder que tienen.
Pero la visión de muchos de ellos no necesariamente se ajusta a una forma de ver el mundo que vele por el verdadero bienestar de la humanidad. En ese sentido, el cristianismo marca un contraste radical. Considera las palabras del Señor: «Y ahora, Israel, ¿qué requiere de ti el SEÑOR tu Dios, sino que temas al SEÑOR tu Dios, que andes en todos Sus caminos, que lo ames y que sirvas al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma…?» (Dt 10:12, énfasis añadido).
La Biblia enseña que Dios quiere nuestro corazón, y esto es bueno porque fuimos hechos para eso, y solo así seremos felices, porque solo en Él podemos tener el mayor gozo que podemos experimentar. ¡Estas son buenas noticias para nosotros!