Una de las resoluciones de Jonathan Edwards durante su vida fue la siguiente: “Resuelvo pensar mucho… acerca de mi muerte, y estar atento a todas las circunstancias que van a ligadas a esa realidad”.
Una resolución así puede parecer extraña para la mayoría de las personas hoy, pero día a día compruebo cuan importante es pensar en cómo terminaremos nuestra carrera en la fe. Cuatro sucesos han sido orquestados por Dios en los últimos meses para llevarme a pensar en el final de mi vida.
Primero, la memorización de 2 Timoteo, especialmente el último capítulo de esta epístola con las últimas palabras que tenemos de Pablo. Segundo, la partida de R.C. Sproul, uno de mis teólogos y autores favoritos. Tercero, la lectura de la biografía de Martyn Lloyd-Jones escrita por Iain Murray. Sus últimos capítulos dejaron una impresión muy profunda en mí. Y cuarto, el más importante y lo más doloroso que viví el año pasado: la partida de mi abuelita con el Señor. Aquí he escrito el testimonio invaluable que recibí de ella.
Pensando en mi futura muerte (si Cristo no vuelve antes de que yo vaya a Él) y el testimonio de personas que han terminado la carrera de la fe antes que yo, he desarrollado la siguiente lista de nueve descripciones sobre cómo me gustaría terminar mi carrera hasta el día en que el Señor me llame a su presencia.
1. Quiero terminar mi carrera teniendo mi gozo en Dios y no en mi utilidad.
Cuando no pueda predicar y escribir (cosas que deseo hacer por el resto de mi vida), quiero alegrarme en el Señor tanto o más que ahora.
Lucas 10:20 viene siempre a mi mente cuando pienso en esto. Lo más importante en mi vida no es lo que yo haga, sino lo que Jesús hizo. La sangre derramada en el Calvario debe ser mi fuente de alegría.
2. Quiero terminar mi carrera menguando mientras invierto en quienes vendrán luego de mí.
No quiero partir como mueren las personas que quisieron mantener sus “reinos personales” hasta el final, en vez de delegar e invertirse en líderes y discípulos. No quiero morir como los que piensan que el mundo o la iglesia no puede continuar sin ellos. Qué cortos de vista.
Dios no es más glorificado en nosotros cuando acumulamos poder y autoridad, sino cuando vivimos exaltándolo a Él, menguando para que Él crezca.
3. Quiero terminar mi carrera siendo como un niño.
“Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el reino de Dios” (Lucas 18:16). Por tanto, cuanto más viejo sea, más como niño feliz quiero ser: con buen humor, dependiendo del Padre, deseoso de seguir aprendiendo, haciendo muchas preguntas…
4. Quiero terminar mi carrera pareciéndome más a Jesús.
Quiero contemplar tanto la gloria de Dios en el evangelio, que cada día se note más que soy familia de Él (2 Cor. 3:18, 4:6-8). Pero no para que la gente me vea a mí, sino para que lo vean más a Él y le den toda la gloria.
5. Quiero terminar mi carrera impactando cómo otros leen la Biblia.
Mi abuela partió entonando himnos al Señor, y cantando el Salmo 23. Jamás volveré a leer esa porción de las Escrituras de la misma manera, porque he sido testigo de lo cercana que era ella al Señor en medio de sus sufrimientos y alegría. Algunos pastores me han enseñado lo que ese salmo significa, pero ella me ha enseñado cómo luce en la realidad.
Cuando pienso en su testimonio, y en la vida de personas en la historia de la iglesia que han sido usadas por Dios para darnos teología viva, deseo vivir de tal forma que las personas cercanas a mí sean testigos del poder de Dios, de manera que entiendan que el mensaje bíblico es más real de lo que pensamos.
6. Quiero terminar mi carrera asombrado ante la gracia del Señor.
Al final de mis días, quiero poder mirar atrás y, sin importar lo que Dios me haya concedido hacer o no, poder dar gracias por todo lo que no hice y por todo lo que hice, y sentirme inmerecedor de todo eso. En verdad lo soy y lo seré.
7. Quiero terminar mi carrera descansando en la soberanía de Dios.
“El Señor me librará de toda obra mala y me traerá a salvo a su reino celestial. A El sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén” (2 Tim. 4:18). Esa fue la última doxología escrita por Pablo: una alabanza a Dios porque, en su soberanía, Él cumplirá su propósito en nosotros.
8. Quiero terminar mi carrera habiendo escogido bien mis luchas con gozo.
Muchos hombres de Dios en el presente desperdician su tiempo en controversias y luchas que aunque pueden parecerlo, no son las más importantes. Muchos también han errado así en el pasado… en especial al final de sus vidas.
No deseo caer en esa trampa de confundir lo inmediato o lo que parece importante con lo que es realmente lo más importante. Quiero escoger bien mis batallas, y hacerlo con gozo, sin dudar del futuro del Reino de Dios, y así pasar más tiempo enseñando positivamente que negativamente.
Como Lloyd-Jones dijo, “no pierdas demasiado de tu tiempo preocupándote por el futuro de la iglesia cristiana”. O como Pablo dijo, “aunque yo esté preso, la palabra de Dios no lo está” (paráfrasis, 2 Tim. 2:10).
9. Quiero terminar mi carrera exclamando, “¡ganancia!”.
Una vida centrada en Cristo es una vida que atesora a Cristo más que a la vida en este mundo. “Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Fil. 1:21). Por tanto, quiero irme de este mundo con lágrimas de alegría ante tanta bondad del Señor, confiando únicamente en Cristo, y con gozo en mi corazón al saber que una eternidad más cerca de Jesús es mejor que cualquier otra cosa que dejaré atrás. Ganancia.
Que el Señor nos conceda terminar nuestra carrera así.