En los últimos años, he conversado con pastores y líderes que se sienten presionados a ser relevantes en redes sociales y no saben cómo hacerlo entre tantas ocupaciones.
El sermón de los domingos demanda tiempo, al igual que las horas de consejería, entrenar líderes, las reuniones pastorales, las conversaciones en familia, la crianza de los niños y los estudios teológicos. Parece que los minutos no alcanzan para hacer vídeos en YouTube y ser más activo en redes sociales, comentando sobre las noticias del día o pensando en frases ingeniosas y edificantes dignas de retuits. Y parece que eso es necesario para ser un líder cristiano influyente hoy, ¿no es cierto?
Entiendo la presión. La siento con frecuencia, en especial como alguien que está por publicar un libro sobre la vida cristiana y las redes sociales. Esto a veces lleva a algunas personas a creer que yo debería pasar todo el día en Internet.
Aquí mi recomendación, como una oveja que ha podido hablar con pastores abrumados y perplejos ante esta presión: Si hacer aquello a lo que Dios te llamó —que es liderar a quienes están cerca de ti— y compartir tiempo de calidad con tu familia y amigos no te deja tiempo para construir una plataforma «relevante» en redes sociales, no te preocupes. Ya estás haciendo la voluntad de Dios revelada para tu vida.
A los ojos de la cultura consumista y superficial infiltrada dentro de la iglesia, este consejo es herético. La farándula cristiana es una realidad. Nos importan las plataformas grandes. Nos impresionamos con facilidad cuando vemos una, creyendo que esa es una muestra segura de la bendición de Dios y el éxito ministerial. «¡Por supuesto que debes preocuparte por buscar ser influencer!», parecen gritarnos decenas de voces. Todos los días. En especial desde la pantalla del teléfono que llevas contigo a todas partes. Al mismo tiempo, las redes sociales están diseñadas para llevarnos a pasar mucho tiempo en ellas y buscar golpes de dopamina que nos den placer cuando obtenemos «me gusta», seguidores y comentarios agradables.
Así que entiendo que mi consejo luzca tonto para algunas personas. No obstante, ¿será que hemos olvidado que no solo de «me gusta» y popularidad vivirá el hombre?
Todo cristiano, sin importar su posición de liderazgo dentro de la iglesia, es llamado a vivir por fe y no por vista. Somos llamados a vivir conforme a la Palabra de Dios y no conforme a las expectativas de los demás o las modas pasajeras en este mundo (Ro 12:1-2).
Para el líder en la iglesia local, esto implica entender que una hora de enseñanza presencial, la asistencia a las reuniones de oración, y las horas largas y no atractivas dando consejerías a matrimonios al borde del colapso, son más centrales para su llamado que las redes sociales. El tiempo a solas preparando durante horas un sermón, que pueda ser de alimento para ovejas hambrientas y personas que todavía no hacen creído el evangelio, es mucho más importante para Dios que ser más populares en Internet. Estas cosas por lo general no te darán el «me gusta» de los hombres y quedarán en el anonimato, pero tienen el sello de aprobación de Dios. Eso es lo que cuenta.
Una de las cosas que más confrontan mi vida es el hecho de que la mayoría de los pastores que más me han impactado no son famosos en Internet ni se preocupan por serlo. Pero viven con integridad. Lideran con convicción y compasión. Ellos dan sus vidas por el Señor buscando servir a la iglesia y sus familias. ¡Y nunca he conocido que una iglesia se queje de que su pastor les sirva tanto que no tiene tiempo para ser más activo en Internet! Estos hombres son bien conocidos por Dios y esto les basta.
Tal vez piensas: «Ah, ¿conque estás diciendo que es malo buscar servir a otros en Internet y ser buenos mayordomos en las redes sociales?». No, no estoy diciendo eso. Tampoco digo que sea malo tener influencia o presencia en redes sociales. Si podemos tener estas cosas sin descuidar lo más importante, ¡muy bien! Agradezco a Dios por la plataforma que tienen algunos hombres que han sido de mucha edificación para Su reino. Que el Señor nos dé sabiduría y haga buenos mayordomos de las plataformas.
Pero ya sea que estemos en las redes sociales o no, te ruego esto: no dejes que ellas sean una prioridad para ti. No sucumbas ante la presión de buscar ser popular en este medio solo porque los demás lo están buscando también, al suponer que esta es la mejor forma de invertir tu vida para avanzar la Gran Comisión (alerta de spoiler: en realidad no lo es). No compres la mentira de que necesitas ser influencer para ser fiel al Señor con tu vida. No todo líder cristiano está llamado a ser conocido en redes sociales.
En fin, no dejes que perseguir una plataforma en Internet te distraiga de lo que Dios te ha dado para hacer. ¿De qué sirve tener un canal en Youtube creciente si no pasas tiempo con tu hijo y tu esposa? ¿De qué sirve tener miles de seguidores en Instagram si a cambio pasas menos tiempo en oración? ¿De qué sirve pelear la buena batalla de la fe contra el error en Internet si descuidas pelear esa batalla en tu iglesia por el bien de las ovejas bajo tu cuidado?
Escribo esto como una oveja agradecida por los pastores que Dios da a su iglesia, y con mucho temor y temblor, pues sé que mi consejo va contra lo que muchos piensan. Te animo a reflexionar en esto orando por sabiduría para hallar más descanso en el Dios que te llamó a la obra que tienes en tus manos y que no añade sobre ti las presiones inventadas que otras personas puedan añadir. Nunca lo olvidemos: Él siempre será suficiente para nuestros corazones.