Creo que una vez escuché a Paul Washer decir que la mayoría de los hombres más santos y fieles al Señor son guardados por Dios en el anonimato.
Cada día estoy más convencido de eso.
Nunca deja de confrontarme el hecho de que los cristianos más llenos del Espíritu, saturados por la Palabra de Dios, que he conocido personalmente, son totalmente desconocidos para las multitudes.
Estos hombres no pastorean una “mega-iglesia” ni tienen predicaciones en Youtube. No tiene un perfil en Facebook, ni podcasts o blogs. No han escrito libros, pero atesoran la Biblia. No son conocidos en la tierra, ni siquiera por muchos en la iglesia, pero son conocidos en el cielo. No son invitados a conferencias en presencia de muchos hombres, pero quiero conocer la presencia de Dios en oración como la conocen ellos. Las frases de ellos no son célebres, ¡pero bienaventurados los que las conocen!
Son hombres con un profundo amor por Dios y las personas; hombres con un celo evangelístico ardiente y a los que no les importaría ser una alfombra donde otros se limpien los pies con tal de que Dios sea exaltado.
Charles Spurgeon escribió una vez que si se necesitara agregar dos apóstoles al número de los doce, no creía que se puedan encontrar dos hombres más idóneos que George Whitefield y John Wesley[1]Charles Spurgeon, Una defensa al calvinismo. http://www.spurgeon.com.mx/calvinismo.html. Pienso que yo puedo decir lo mismo de varios hombres a los que he tenido el gozo de conocer de cerca.
Tal vez eso suena exagerado para ti. Alguien podría decir “Josué, creo que estás idolatrando a esas personas”. ¡Dios me guarde de eso!
Lo mejor de estos hombres es que temen que la gente piense de más acerca de ellos (2 Corintios 12:5-6). Ellos no dirigen mi mirada a ellos mismos, sino a Cristo (Juan 3:28-30).
He visto sus debilidades, pero también al Dios que se glorifica en ellas. He visto que son grandes pecadores, pero también al gran Salvador que tienen.
Agradezco a Dios por estos hombres y cómo son usados por Él para confrontarme, porque soy tentado a creer erradamente que sólo porque mi influencia visible parece crecer ya estoy más formado a la imagen de Cristo. También veo que la iglesia es tentada a creer que el crecimiento espiritual sólo lo tienen los hombres de Dios de quienes podemos aprender a través conferencias, sermones en Internet, libros y artículos.
Necesitamos recordar que la madurez espiritual no tiene que ver con la fama y reputación que tengamos.
Con esto no digo que la fama y las plataformas grandes son malas. De hecho, también agradezco a Dios por hombres a los que Él usa en muchos países dándoles plataformas extensas y concediéndoles enseñar bien la Palabra. Agradezco profundamente al Señor por hombres como John MacArthur, John Piper, Paul Washer y muchos más.
Pero el crecimiento espiritual nunca debe confundirse con la fama.
La iglesia necesita recordar eso para que dejemos de menospreciar a muchas personas dentro del cuerpo de Cristo por el simple hecho de no ser muy conocidas en este lado de la eternidad. También necesitamos entender esta verdad para que dejemos de comparar nuestra influencia visible con la que poseen otras personas, y confiemos con más agradecimiento en Dios y Su soberanía entendiendo que Él nos llamó a ser fieles y no famosos.
Si la madurez se midiera por la popularidad, entonces Pablo fue probablemente la persona menos espiritual de la historia cuando estaba terminando su carrera en la fe (2 Timoteo 4:6-8,16). Incluso si se midiera por la oratoria, él también fue la persona menos espiritual (cp. 2 Corintios 11:6).
Y si el crecimiento espiritual se midiera por cuantos estadios llenamos predicando, entonces muchos de los más serviciales, influyentes y grandes cristianos de la historia nunca fueron espirituales. Las medidas del mundo no sirven para medir cómo Dios realmente nos edifica y usa (2 Corintios 10:12).
Y sin embargo, ¡con cuánta frecuencia nos deslizamos a la superficialidad!
La idolatría evangélica en muchos círculos cristianos a la fama, evidencia cuanto necesitamos comprender más el evangelio y atesorar más a Cristo. ¡Él es suficiente!
En realidad, el crecimiento espiritual no es tener un montón de “cosas cristianas” — una iglesia bonita, un blog cristiano, dones espirituales, toneladas de libros, un ministerio cristiano grande en Internet, y un largo etc. En última instancia, el crecimiento espiritual es tener a Cristo creciendo en nuestros corazones (Gálatas 4:19).
Para eso no importa si somos famosos o no.
Referencías