En la «nueva normalidad» pospandemia, ¿deben las iglesias locales seguir con la transmisión en línea de sus reuniones?
Esta es una pregunta frecuente que recibo últimamente. Para ser honesto, no puedo dar una respuesta absoluta porque este asunto depende mucho del contexto y las circunstancias de la iglesia local y la situación de sus miembros.
Sin embargo, como alguien que durante años busca servir a la iglesia ayudándola a pensar en cómo usar la tecnología con sabiduría bíblica, quisiera animar a iglesias y líderes a considerar los siguientes dos factores. Por favor, ten en cuenta que no hablo como pastor (no lo soy) y que cada iglesia debe tomar su propia decisión.
1) Considera la razón para transmitir en vivo
Así como puede haber buenas razones para transmitir en vivo nuestras reuniones, también pueden existir razones no piadosas ni acorde a la visión bíblica de la iglesia. Por ejemplo, ¿queremos transmitir en vivo nuestras reuniones y sermones para simplemente «brindar comodidades a las personas»? Eso refleja una visión deficiente de la reunión presencial, pues la presenta como una simple opción.
Por supuesto, hay cosas que no podemos evitar que la gente haga con nuestras transmisiones, por supuesto. No podemos evitar que algunos prefieran la transmisión por encima de la reunión de la iglesia, y consuman nuestra enseñanza como si fuese una película de Netflix. O que otras personas dejen de atender a la enseñanza en sus iglesias, incluso aunque sean iglesias saludables y con predicación bíblica, por escoger escuchar nuestra enseñanza (lo cual encierra algunos peligros).
Sin embargo, hacemos bien en evaluar en oración por qué queremos transmitir en vivo en vez de compartir nuestra enseñanza luego de que haya sido grabada. Aunque no somos responsables de lo que el prójimo hace con nuestra transmisión, sí somos responsables de nuestras decisiones ante el Dios que examina los corazones. Estas preguntas de reflexión pueden ayudar: ¿Queremos transmitir para ver si eso ayuda a crecer nuestra fama o por un deseo genuino de servir a otras personas? ¿Tememos quedarnos pasados de moda si no transmitimos las reuniones? ¿Realmente es importante o bueno para la iglesia que sigamos con las transmisiones?
En todo esto, es crucial reconocer que el hecho de que muchas iglesias transmitan sus reuniones en vivo no significa que tengamos que hacerlo también. En nuestra era de «me gusta», individualismo, sed de fama y competencias de popularidad, evaluemos nuestros motivos y oremos al respecto. Los cristianos no estamos exentos de tener puntos ciegos en estos asuntos.
2) Considera el problema del consumismo
Las transmisiones en vivo fueron un salvavidas para muchas congregaciones y personas al comienzo de la pandemia. Sin duda, ¡es mejor transmitir las reuniones en vivo que no tener enseñanza ni reunión en absoluto! Pero me temo que, en la mayoría de los casos, la transmisión en vivo tiende a fomentar consumismo en la iglesia. Es fácil acostumbramos a ser espectadores pasivos y consumidores de «contenido espiritual» en vez de formar parte activa del cuerpo de Cristo.
No podemos sacar el consumismo del corazón de muchas personas que se conecten a nuestras transmisiones. Sin embargo, ofrecerles la opción de quedarse en casa y recibir nuestra enseñanza en vivo de manera pasiva, sin interactuar con la iglesia, puede fomentar tal consumismo mientras brinda la ilusión de participación porque se trata de algo en vivo y no grabado. Puede transmitir el mensaje de que la reunión y la participación presencial en la vida de la iglesia es opcional para el creyente.
Este es un problema mayor para las congregaciones que desde antes de la pandemia ya operaban más como un centro de contenido espiritual que como una iglesia conforme a la Biblia. Congregaciones donde las personas simplemente iban a escuchar predicas y cantar, saludarse y nada más; donde no había un entendimiento bíblico de la membresía ni se buscaba que los creyentes se alisten al servicio y se edifiquen unos a otros. Sin embargo, la mayoría de las iglesias, incluso las más saludables, no están exentas del peligro de fomentar consumismo.
En mi libro Espiritual y conectado dedico un capítulo a la importancia de la iglesia local en la era digital. Allí abordo con más profundidad estas ideas y el valor de lo presencial cuando nos servimos mutuamente y adoramos juntos a Dios.
¿Seguimos con la transmisión en vivo?
Entonces, si tu iglesia o equipo pastoral, luego de reflexionar y orar al respecto, entiende que lo mejor para la salud de la iglesia es dejar de transmitir en vivo y así animar a las personas a comprometerse más como congregación, esa por lo general es una decisión sabia y valiente en una época consumista como la nuestra.
Pero si en oración y evaluando el impacto de la transmisión en vivo, deciden continuar con la transmisión porque la ven como importante o útil para la salud de la iglesia (cada contexto es distinto) y alcanzar a los perdidos en la zona, recomiendo cuidado en cómo deciden seguir. Es crucial ser intencionales en hacerlo de tal forma que no brinde a los espectadores la idea de que conectarse a la transmisión es tan bueno y necesario como estar en persona con la iglesia.
Por ejemplo, en mi iglesia local y al momento de escribir este artículo, continuamos con las transmisiones en vivo pero sin transmitir el tiempo de alabanza y algunos segmentos de la reunión. Creo que esta decisión de nuestros pastores es sabia y excelente, porque les recuerda a los que se conectan a la transmisión que ella no es sustituto para la adoración con la iglesia ni significa automáticamente formar parte de la vida de la congregación.
Si tu iglesia seguirá con las transmisiones, no tienen que hacer necesariamente esto que hicimos en nuestra iglesia. Pero sí es necesario brindar recordatorios (sutiles o explícitos) de que la transmisión en vivo no reemplaza el valor de congregarnos en persona. En este sentido, puede ser útil buscar que nuestra transmisión no luzca muy profesional para evitar que las personas supongan que esto debe ser normal y no confundan sutilmente la transmisión con la televisión.
Las iglesias y los pastores tienen la tarea de pensar por sí mismos en más ideas para evitar fomentar consumismo en la iglesia si deciden seguir con las transmisiones. Una vez más, esto puede variar en distintos contextos. Pero por el bien de la iglesia, es una tarea que no deberíamos subestimar. El Señor promete darnos la sabiduría necesaria para esto si le pedimos descansando en Su gracia (Stg 1:5).