«Estamos en medio de una batalla cultural». Esto afirman muchas voces desde todo el espectro ideológico y político. Todo parece indicar que tienen razón, a medida que hay agendas que buscan avanzar en su propósito de redefinir la realidad moral de nuestros países.
En medio de esto, para los cristianos bíblicos es fácil pensar que el mundo cada día está peor y así preguntarnos qué será del futuro de la iglesia y de nuestros hijos. ¿Cómo podemos mantener la calma en momentos como este? Aquí una clave: necesitamos recordar que ya hemos estado antes en esta situación varias veces a lo largo de la historia, en las que personas con influencia llaman a lo malo «bueno» y a lo bueno «malo» y en la que los valores bíblicos eran sostenidos por una minoría.
Como ejemplo de esto, tenemos las cartas del Nuevo Testamento, que nos muestran cómo la depravación sexual era común en la sociedad en tiempos de la iglesia primitiva (ver por ejemplo Romanos 1). «No hay nada nuevo bajo el sol» (Ec 1:9).
Esto tiene muchas implicaciones para nosotros. Te invito a reflexionar en ellas por ti mismo, pero aquí tienes una en la que te animo a pensar: Dios prevaleció en aquel entonces y todavía prevalece ahora. En otras palabras, no tenemos por qué temer al futuro en un mundo con políticas que atentan contra la familia, y películas que promueven la homosexualidad frente a los niños, por dar un par de ejemplos de cosas que preocupan (con cierta razón) a los cristianos.
Estamos seguros en las manos de Dios. Él dio a la iglesia la sabiduría —mediante Su Palabra— para vivir con fidelidad en épocas de profunda confusión moral en el pasado. Él sigue dándonos sabiduría ahora si somos humildes para pedirla y caminar en Su voluntad. Por lo tanto, una pregunta para hacernos es si estamos escuchando a Dios en primer lugar o nos estamos dejando intimidar por la «batalla cultural» de nuestros días y las voces de quienes hacen demasiado ruido en nuestra sociedad.
La extinción de la iglesia y los valores cristianos ya ha sido predicha incontables veces, pero aquí estamos. Como dice la Biblia: «El mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Jn 2:17). Esto significa que es el mundo presente —todo sistema de valores opuesto al orden bondadoso de Dios— lo que en verdad está en extinción, no el cuerpo de Cristo.
En otras palabras, ya tenemos los spoilers de cómo termina la batalla cultural en este mundo. El final ya está escrito. Así que, ¿por qué llenarnos de temor ante cualquier cosa aparte de nuestro Dios?