Tal vez este post te parezca raro viniendo de mí porque en el pasado he dicho que Dios quiere que seamos originales y que por eso nos dio personalidades únicas, así que quiero explicarte bien de qué hablo.
¿Me acompañas?
Necesitamos ser imitadores de lo bueno.
“A menudo, la única manera de adquirir una cualidad en realidad es empezar a comportarnos como si ya la tuviéramos. Por eso los juegos de niños son tan importantes. Ellos siempre están fingiendo ser adultos: juegan a los soldados, o juegan a las tiendas. Pero en todo momento están endureciendo sus músculos y agudizando sus sentidos, para que la ficción de ser adultos les ayude a crecer de verdad” — C.S. Lewis.
Hoy en día se habla que está mal imitar a la gente. Mucho se menciona de que ”hay que entregarnos a la profundidad de la experiencia para poder resurgir originales”. Eso es humanismo. Eso promueve el individualismo.
Es más sabio aquel que imita lo bueno de la gente, que aquel que trata de ser original y crecer sin apreciar la experiencia y el conocimiento que ya tiene alguien más. Es sabio imitar lo digno de imitar.
Además, ¿Qué todo cristiano, cuando fue llamado por Dios, no imitaba ser seguidor de Jesús hasta que en verdad lo fue?
¿Qué dice la Biblia sobre la imitación?
Mira lo que habla el apóstol Pablo sobre imitar:
-
“Sed imitadores de mí, como también yo lo soy de Cristo” (1 Corintios 11:1)
-
“Hermanos, sed imitadores míos, y observad a los que andan según el ejemplo que tenéis en nosotros” Filipenses 3:17
-
“Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, habiendo recibido la palabra” (1 Tesalonicenses 1:6)
Además, el autor de Hebreos nos escribe:
“… a fin de que no seáis perezosos, sino imitadores de los que mediante la fe y la paciencia heredan las promesas”. (Hebreos 6:12)
El humanismo, la corriente de pensamiento del mundo, promueve el individualismo de manera rampante. Dios promueve todo lo opuesto.
Por ejemplo, hoy hay muchos jóvenes cristianos que pretenden reinventar el evangelio (??) o la predicación, cuando ya la Biblia nos habla la verdad y ya la iglesia sabe cómo se debe predicar.
¿No es mejor imitar a los que ya saben, para así aprender de ellos y ser un mejor predicador?
Y aunque suene extraño, cuando nos preocupamos por ser originales en realidad no lo somos.
“Incluso en la literatura y el arte, ningún hombre que se preocupa por la originalidad será jamás original; mientras que si simplemente intenta decir la verdad (sin importarle cuántas veces esa verdad haya sido dicha antes), será, nueve veces de cada diez, original sin ni siquiera haberse dado cuenta. Y este principio aparece a lo largo de la vida en su totalidad.” — C.S. Lewis.
[Lee también: 40 frases célebres de un joven cristianos desconocido]
Imitar es humildad.
Yo creo que la cualidad más valiosa que un hombre pueda poseer es la humildad.
Imitar es humildad porque es reconocer que otros ya han caminado por el camino que apenas estamos empezando a recorrer.
La persona más inteligente y sabia te dirá que siempre está aprendiendo e imitando. (¡Dale un retweet a eso!)
Te escribo esto porque no quiero que te avergüences de ser un aprendedor en la vida. Nunca te apenes de imitar a los que tiene más recorrido que tú.
No te digo que renuncies a tu personalidad, pero sí te digo que imitar el carácter y la forma de obrar (no la personalidad) de las personas sabias te hará sabio.
En una iglesia en donde el humanismo quiere infiltrarse, no necesitamos “innovadores” y personas que quieran aprender a su manera. Eso traerá desgracia y muchos errores como lo ha hecho hasta ahora, ¿no crees? Necesitamos personas que decidan imitar lo que realmente es digno de imitar.
¿Qué es lo que quieres imitar cada día más de la persona más sabia que conoces?
Te invito a responder a la pregunta dejando tu comentario abajo. :)