Una de las preguntas que más recibo en mis enseñanzas sobre la vida cristiana y las redes sociales es si deberíamos hablar de política en redes sociales.
Mi respuesta siempre es un “depende de la situación y cómo lo hagas”. Para empezar, la Biblia no ordena que todos los cristianos pasemos el tiempo hablando de política en Internet o fuera de la web. Nadie es más santo que otra persona automáticamente solo por hablar de política en Internet, sea mucho o poco. Vale recordar también que las redes sociales están lejos de ser el mejor medio para hablar de cualquier tema serio, pues ellas no están diseñadas para fomentar el diálogo edificante sino el debate superficial y rápido.
Al mismo tiempo, la Biblia nos llama a buscar la justicia y el bienestar de nuestros países, amando a nuestro prójimo (Jer. 29:7; Gá. 6:10; Ro. 13:8). Esto último muchas veces implica tener que hablar de política en los espacios donde podamos expresarnos buscando aportar algo útil a los demás. Estos espacios incluyen a las redes sociales.
Por ejemplo, hay momentos en los que callar sobre temas políticos mancharía nuestro testimonio y resultaría en complicidad ante la injusticia. Puedes leer la historia del cristianismo en Alemania durante el auge del nazismo si quieres un ejemplo muy evidente de lo que me refiero. Es por eso que hace casi un par de años escribí sobre cómo los cristianos en Venezuela debíamos pronunciarnos de alguna manera en contra de la tiranía del gobierno:
“¿Cómo una iglesia puede decir que ama a su prójimo cuando se queda callada y de brazos cruzados ante la opresión y el sufrimiento causado por el pecado? … Si una iglesia es demasiado apática, insensible, y cobarde como para no expresarse en contra de la maldad más evidente, una maldad que todo el mundo reconoce y denuncia, ¿por qué la gente habría de creerle cuando hable de Cristo?”.
Compartí esas palabras en un momento crucial de la prolongada crisis que atraviesa el país. Puede que ellas no apliquen igual para otras circunstancias. Resumiendo hasta ahora: creo que hay ocasiones en las que no podemos callar si queremos honrar al Señor.
Sin embargo, también es cierto que todo cristiano corre el peligro de hablar sobre política de maneras que no honran a Dios.
Nuestros tweets o estados políticos en WhatsApp pueden comunicar o reflejar que nuestra esperanza está en gobernantes y no en el Señor. En el calor del momento que nuestros países atraviesan, podemos exagerar la situación y justificar comentarios imprudentes y apresurados. Recordemos Santiago 1:19-20: “… que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira; pues la ira del hombre no obra la justicia de Dios”.
También es común ver cómo muchos cristianos se expresan sobre política de manera poco informada, en gran parte debido a las cámaras de eco en las que están inmersos en redes sociales por diseño. Muchas veces también caemos en el discurso a base de memes y muñecos de paja que no honra a Dios ni refleja amor a las personas.
Sobre todo, podemos caer en la trampa de buscar señalar nuestra propia virtud y justicia en redes sociales por medio de cómo criticamos las ideas políticas de los demás o expresamos nuestras afiliaciones políticas. Como compartí en otro artículo, las redes sociales a menudo cultivan el odio en nosotros. Así también podemos ser como fariseos que juzgan a los demás y critican al mundo mientras sus vidas deshonran a Dios, todo para tener aprobación fácil de otras personas en Internet.
Otro peligro para mencionar: Podemos dejar que los debates en Internet nos distraigan de las cosas más importantes que Dios nos llama a hacer, como cultivar nuestra vida de oración, servir en nuestras iglesias, trabajar con excelencia, etc. Además, debemos reconocer que nuestros comentarios políticos carentes de sabiduría pueden contribuir a la narrativa falsa de que la religión es solo un arma política de ciertos movimientos que se oponen al “progresismo ideológico” cuando en realidad es mucho más que eso.
Todo esto hace nuestro testimonio menos efectivo a la hora de compartir las buenas noticias del evangelio con las demás personas. Si usamos las redes sociales de esta manera en que somos tentados todos los días a usarla, ¿cómo podemos reflejar la humildad y sabiduría que el evangelio debe producir en nosotros? ¿En qué nos diferenciamos del resto del mundo?
En conclusión, no es pecado en sí mismo hablar de política en redes sociales —y de hecho a veces es muy necesario— pero la forma en que hablamos de política puede ser pecaminosa y socavar nuestra influencia como iglesia. En lo personal, creo que he fallado en esto en el pasado y le pido a Dios que me ayude para no volver a fallar. Oremos que el Señor nos dé sabiduría para saber cómo y cuándo callar, y saber cómo y cuándo hablar. Que en todo podamos conducirnos en adoración a Él en respuesta a su amor mostrado en la cruz. Solo Él es el Rey del universo, digno de toda nuestra lealtad y entrega total.