«… Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada» (Isaías 53:10)
El evangelio es grandioso: Dios envió a Su hijo al mundo para redimir a pecadores sin dejar a un lado Su justicia. Cristo fue la propiciación por nuestros pecados; en otras Palabras, en Él fue descargada toda la ira de Dios que merecemos, a fin de que seamos salvos por medio de la fe en Él y Su obra (Romanos 3:21-26).
Como bien expresa uno de mis predicadores favoritos: Dios trató a Jesús como si hubiese vivido tu vida, para tratarte a ti como si hubieses vivido Su vida. Es por eso que la siguiente pregunta nos ayudará a comprender más lo inmensa de esta salvación: ¿Cuanto sufrió Jesús en la cruz?
Charles Spurgeon comenta al respecto en su clásico sermón sobre la redención particular:
«Lo que nuestro Salvador sufrió en Su cuerpo no fue nada comparado con lo que soportó en Su alma. Ustedes no pueden imaginar, y yo tampoco no puedo ayudarles a imaginar lo que Él soportó internamente. Supongan por un momento, para repetir una frase que he usado con frecuencia, supongan que un hombre ha ido al infierno; supongan que su tormento eterno puede ser condensado todo en una sola hora; y luego supongan que puede ser multiplicado por el número de los salvos, que es un número que sobrepasa a cualquier cálculo humano. ¿Pueden ahora imaginarse el vasto cúmulo de miseria que habría habido en los sufrimientos de todo el pueblo de Dios si hubiese sido castigado por toda la eternidad? Y recuerden que Cristo tuvo que sufrir el equivalente a todos los infiernos de los redimidos. No podría expresar ese pensamiento de mejor manera que usando esas palabras repetidas a menudo: parecería que infierno fue puesto en una copa; Él la tomó, y «de un solo trago tremendo de amor, Él bebió la condenación hasta la última gota.» De tal manera que no quedó nada de todas las penas y miserias del infierno que Su pueblo tendría que haber sufrido. No digo que Él sufrió lo mismo, pero sí soportó un equivalente a todo esto, y dio satisfacción a Dios por todos los pecados de todo Su pueblo, y por consiguiente llevó un castigo equivalente al de ellos. ¿Pueden ahora imaginar, pueden tener una idea de la grandiosa redención de nuestro Señor Jesucristo?»
Es mi oración que el Señor purifique nuestra percepción de esta verdad y nuestros corazones tengan gozo al saber que Cristo vino a salvar pecadores.