La reunión de los pastores se prolongaba.
Fui invitado a presenciarla como un oyente en el salón.
Diez de los hombres más piadosos y sabios que conozco discutían asuntos sobre la vida de la iglesia, y uno de ellos ahora preguntaba qué debían hacer los líderes en la iglesia con tantos grupos de WhatsApp dentro de la congregación.
¡Los pastores estaban agotados de tantas conversaciones inmediatas, notificaciones, y problemas de comunicación por ese medio!
Ellos notaron que esto afectaba para mal la vida de la iglesia local. La reunión se hizo larga mientras hablaban del tema. Al final, aquella noche no pudieron llegar a una solución.
En mi experiencia, WhatsApp es una herramienta que puede ser problemática para el cristiano.
Los problemas de WhatsApp
Como expliqué en mi charla BITE, apps como WhatsApp, Instagram, y Twitter (entre otras) están diseñadas para tomar demasiado de nuestra atención innecesariamente. Al mismo tiempo, están concebidas para socavar nuestra privacidad.
Incluso el fundador de WhatsApp abandonó la app y llama a las personas a borrar sus perfiles en Facebook. Lo que WhatsApp aprende de ti le sirve a Facebook para mostrarte publicidad más “relevante” para ti con capacidad para manipularte.
Además, la app es una tentación constante para ser imprudentes en conversaciones. La falta de contacto humano en apps de mensajería nos hace olvidar que hablamos con personas de carne y hueso, disminuye nuestra capacidad para la empatía, y socava nuestras habilidades sociales (como explica Sherry Turkle).
También es una tentación para estar siempre conectados a nuestros teléfonos y distraernos de cosas más importantes. Esto tiene implicaciones para nuestra vida espiritual, como también mencioné en la charla.
No pretendo ser más sabio que aquel grupo de pastores que mencioné al comienzo, pero desde hace años vengo reflexionando sobre cómo los creyentes podemos usar las redes sociales (y sí, WhatsApp técnicamente es una red social).
Así que, cuando hablamos de los cristianos y Whatsapp, hay algunos consejos/sugerencias que pueden ayudarte:
1. Evita depender de WhatsApp
Sencillamente no es sabio usar mucho esta app. Hay otras opciones gratuitas que, aunque tienen algunos de los problemas de WhatsApp, parecen preocuparse más por tu privacidad.
Lo ideal sería dejar de usar WhatsApp. Lamentablemente, esta app es un “mal necesario”.
En muchos de nuestros países, la calidad de vida, por varias razones que no puedo enumerar aquí, depende de tener WhatsApp. Además, las compañías telefónicas ofrecen «WhatsApp ilimitado» a bajo precio. De manera que a veces resulta ser el mejor o único medio para comunicarnos con una persona importante para nosotros. Como decía, un mal necesario.
Con todo, WhatsApp no debería ser nuestro medio “default” para comunicarnos en la medida de lo posible. Por eso recomiendo activar el modo “No molestar” en horarios laborales o de descanso, permitiendo solo las llamadas de personas cercanas.
Tal vez esta no sea la mejor configuración para ti, pero hasta ahora me funciona bien. Te recomendaría considerar algo así si está dentro de tus posibilidades.
El punto es: evita depender de WhatsApp. Cuida tu salud mental.
Recuerda también: lo más seguro es que el mundo pueda continuar sin problemas por algunas horas más si no respondemos un mensaje de WhatsApp de inmediato. No somos tan importantes como a veces creemos.
2. Sé selectivo con los chats grupales
Los chats grupales pueden ser las cosas más improductivas en el mundo, en especial cuando no hay una agenda clara y pierden su propósito. Por eso estoy en muy pocos grupos en WhatsApp, y la mayoría están en “mute” y procuro no interactuar al menos que sea necesario.
Si, por ejemplo, es necesario que crees un grupo para informar sobre algo en la iglesia, te recomiendo seguir los consejos que he publicado aquí. Por lo general, los chats deberían ser para cosas rápidas y efímeras, no para asuntos importantes que deben hablarse mejor en persona.
Tengo por regla salirme de los grupos de WhatsApp una vez que ya hayan cumplido con su propósito para mí y te recomiendo hacer lo mismo.
3. Seamos buenos mayordomos
En nuestra era de herramientas veloces para la comunicación, necesitamos reglas claras al usarlas para ser mejores mayordomos de nuestro tiempo y atención.
Como dice la Biblia, “tengan cuidado cómo andan; no como insensatos sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Ef. 5:15-16).
Dios no nos hizo para que tengamos vidas distraídas. Tampoco para que nos relacionemos con nuestro prójimo priorizando herramientas que, aunque prácticas, pueden socavar nuestra humanidad cuando las usamos para reemplazar conversaciones reales.
Queda mucho por seguir reflexionando al respecto, como acordaron los pastores en la reunión que mencioné al inicio, pero vale la pena intentarlo. (Si ninguna notificación nos interrumpe).