Conocer las doctrinas de la gracia en la Biblia es lo más cercano a una segunda conversión que he vivido. Si me lees desde hace años, sabes que puedo identificarme felizmente como calvinista en este sentido. Sin embargo, cuanto más estudio la Biblia, y reflexiono en el valor de la Palabra y los énfasis que Dios hace en ella, más entiendo que mi llamado al predicar la Biblia no es cumplir con una «lista de tareas» de cómo sonar calvinista. Mi llamado es simplemente predicar la Biblia.
Me refiero a que, por ejemplo, si estoy predicando Juan 3:16 a una iglesia un domingo, no quiero que mi sermón se convierta en un debate sobre si la expiación fue limitada o no, o sobre si las personas tienen la capacidad por sí mismas de creer en Cristo o no, ni tampoco pretendo enfocarme en explicar términos teológicos relacionados con estos asuntos. En cambio, quiero que mi enseñanza sea sobre Juan 3:16. Quiero explicar el significado de este pasaje y aplicarlo a los oyentes. Esa es la esencia de la predicación expositiva que nuestras iglesias y el mundo necesitan.