“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor?” (Salmo 22:1).
En el momento más crítico de la historia de la humanidad, cuando todo parecía perdido y el Hijo de Dios agonizaba en la cruz del calvario, este fue el salmo que estuvo en su mente y corazón (Mt. 27:46). Se trata de uno de los pasajes de la Biblia más explícitos sobre el sufrimiento incomparable de Jesús por nosotros.
Al igual que David, el autor humano del salmo, Jesús soportó gran aflicción antes de ser exaltado como el rey del pueblo de Dios. Sin embargo, las cosas que en este salmo lucen como exageraciones o meras figuras literarias por parte de David para ilustrar y expresar su dolor, fueron verdaderas en Jesús.