Las personas que me conocen de cerca saben cuáles son mis mayores pasiones: la teología, la apologética… y la productividad. Creo que he perdido la cuenta de cuántos libros sobre productividad he leído en los últimos cinco años. Pocas cosas me emocionan más que hablar sobre el tema. Sin embargo, hasta hace relativamente poco, no podía ver que algo en mi práctica de la productividad no estaba bien.
Buscaba aplicar los mejores hacks que leía en libros de gurús sobre el tema. Pero esos trucos por sí solos no eran suficientes. Si, por ejemplo, borraba del teléfono una app de social media para distraerme menos, igual me distraía más tiempo frente a la laptop.
En lo más profundo de mi ser, hay pasiones que sencillamente me impiden ser productivo. Me hacen distraído e ineficiente en las cosas que más me importan, incluyendo ser productivo para la gloria de Dios. “Miserable de mí, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”.