Un hombre instaló en su casa una pecera enorme decorada con piedras pequeñas de varios colores y colocó en ella un pez grande y magnifico. Era un pez verdaderamente hermoso. Este hombre tenía un mejor amigo al que invitó a cenar en su casa. Luego de la cena, lo llevó a donde estaba la pecera para que viese al pez. Cuando el amigo vio la pecera enorme, se quedó abrumado y dijo, “¡Qué piedras tan bonitas las de esta pecera!”.
Esta parábola me la contó un profesor mientras cursaba el octavo grado. No es la mejor de las ilustraciones, pero sirve para ejemplificar cómo con frecuencia damos más importancia a lo marginal.
Tengo que decirlo: Me asombran las personas que ven en la Biblia un montón de tips sobre liderazgo y economía, datos históricos y curiosidades científicas, pero no ven «el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo» (2 Cor 4:6).
Es espeluznante la capacidad de nuestros corazones pecadores para desviarse hacia cosas menos importantes que Dios. Muchas personas afirman ser de Cristo, pero no lo conocen realmente cuando leen sus Biblias. No prestan verdadera atención a las cosas que Él habla y en realidad no saben qué es el evangelio ¡aunque afirmen saberlo! Están pendientes de las piedrecitas en vez del pez. Peor aún, no ves en ellos un deseo de comprender las cosas centrales en la Palabra de Dios — la santidad de Dios, cómo Jesús nos salva, la verdad del nuevo nacimiento, etc.
Aunque la Biblia se trata de la gloria de Dios, para muchos “cristianos” Jesús no es más que una nota al pie de la página — a pesar de que “Él es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza” (Hebreos 1:3).
Esto no es nuevo. Los fariseos actuaban de manera similar. Jesús les dijo: “Examináis las Escrituras porque vosotros pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39). Ellos eran tan ciegos que no veían a Cristo en la Biblia.
Es cierto que toda la escritura es inspirada por Dios y es útil (2 Timoteo 3:16-17), pero si no estamos viendo el evangelio y todo lo que él implica, entonces no estamos viendo en realidad las Escrituras y manifestamos tener una mentalidad atrofiada (cp. Rom 3:11). Demostramos estar más interesados en lo que Dios puede darnos para nuestros estilos de vida o curiosidades en diversos temas, que en Él mismo ¡Eso es idolatría! Así evidenciamos ser pecadores que necesitan redención y ser liberados de la ceguera espiritual.
¿Qué estás viendo en la Biblia? Necesitamos ver a Cristo y saber realmente que Él vale más que todo lo demás, y así poder decir con el apóstol Pablo que nuestro vivir es Cristo y el morir es ganancia (Filipenses 1:21).
Nuestra oración cuando estamos ante la Palabra de Dios debe ser la del salmista: “Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley” (Salmos 119:18). No te conformes con mirar piedritas.
Escrituras para mayor estudio: Lucas 24:25-27; 1 Pedro 1:10-11; Romanos 1:1-5.
Publicado originalmente el 28 de septiembre en 2015.