Nunca nos asombraremos lo suficiente ante el evangelio y su mensaje “¡Dios perdona a pecadores!” mientras no entendamos que a primera vista luce injusto e incorrecto.
¿Cómo es posible que Dios pueda perdonar a asesinos y violadores que se arrepientan genuinamente y crean en Cristo, incluso si hacen esto al borde de la muerte? ¿Cómo es posible que un malhechor colgado en una cruz, recibiendo ese castigo por sus delitos y maldad, pueda arrepentirse allí mismo y se le prometa ir al paraíso con Jesús? (Lc. 23:40-43).