Hay un sentido en que la iglesia en todo el mundo afronta los mismos retos. Están los retos de ser fiel a la Palabra de Dios, cumplir con la gran comisión, depender del Espíritu Santo, y otros.
Sin embargo, hay retos específicos que en cierta manera son más relevantes para la iglesia en algunas partes del mundo. Por ejemplo, la iglesia en Corea del Norte es evidentemente más perseguida que la iglesia en los Estados Unidos. El reto de ser fieles en medio de la persecución es mucho más fuerte allí.
Pensando al respecto, ¿cuáles son algunos de los retos particulares más difíciles que la iglesia en Venezuela enfrenta en medio de la crisis social y política que atraviesa el país?
Como alguien que ha servido por años en la iglesia en Venezuela y en comunicación con algunos pastores dentro del país, quisiera compartir cuáles creo que son cinco de esos retos. Esta lista no pretende ser exhaustiva de ninguna manera. No obstante, espero que pueda serte útil cuando ores por los creyentes en Venezuela.
1. El reto de formar líderes cuando la gente se va del país
¿Cómo formar líderes cuando la mayoría de los miembros en tu iglesia, incluyendo los que podrían ser buenos líderes, no están comprometidos con la iglesia local a largo plazo porque se sienten obligados a salir del país? Esa es una de las preguntas que muchos pastores se hacen en Venezuela.
2 Timoteo 2:2 es una prioridad para los pastores, así que debemos orar para que Dios le de sabiduría a ellos para atravesar por medio de este reto. Oremos también para que Dios añada obreros a la mies. “La cosecha es mucha, pero los obreros pocos; rueguen, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a Su cosecha” (Lc. 10:2).
No puedo pensar en un país en Latinoamérica donde pueda ser tan difícil formar líderes comprometidos a largo plazo como lo es ahora en Venezuela.
2. El reto de mostrar generosidad costosa hacia los creyentes y no creyentes
Una y otra vez leemos en la Biblia que Dios nos llama a ser generosos hacia los demás y procurar el bien de la sociedad que nos rodea (Jer. 29:7; Gá. 6:10).
La situación económica en Venezuela eleva demasiado los costos de ser generosos hacia los pobres y desamparados de la sociedad. Pero nuestro llamado sigue presente. No solo somos llamados a reflejar a Dios en nuestras palabras, sino también en nuestras acciones.
Somos llamados a amar al prójimo como a nosotros mismos, y esto debe ser evidente en cómo tratamos a los demás (Mt. 22:36-40). Jamás demostraremos al mundo la autenticidad de nuestra fe si no nos importan los más vulnerables de la sociedad: “La religión pura y sin mancha delante de nuestro Dios y Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Stg. 1:27).
¿No tenemos los cristianos con sana doctrina una motivación más poderosa que la que proveen las falsas doctrinas para servir a los más vulnerables sociedad, ya que conocemos la gracia de Dios? ¿Cómo esperamos tener credibilidad y glorificar en verdad al Señor cuando podemos ser tan insensibles al sufrimiento en nuestras ciudades?
3. El reto de enseñar una visión bíblica del estado y la economía
En Venezuela no solo hace falta sacar a las personas del socialismo, sino también sacar el socialismo de las personas. Muchos venezolanos dicen aborrecer el socialismo pero quieren vivir con todo gratis (o casi gratis) y que el gobierno les solucione la vida. El hecho de que muchos políticos opositores en el país sean socialistas, no ayuda mucho.
Esto es catastrófico por varias razones, entre ellas: la gente suele tener su esperanza en un cambio político (un gobierno que sí sea socialista) aunque digan lo contrario. Nuestra ética laboral es afectada, y la conciencia de muchos es cauterizada cuando no se ejerce discernimiento para apartarnos de lo que está mal (como el hecho de querer obligar a otros a vender productos a precios más accesibles para mí aunque es injusto).
En medio de esto, la iglesia debe enseñar y modelar una visión bíblica del trabajo y el estado, centrada en el evangelio. Trabajar es bueno (1 Ts. 4:10-12; 2 Ts. 3:6-12), que las cosas cuesten lo justo es bueno (Pr. 20:23), y que el estado no sea Dios o Santa Claus también es bueno (Ro. 13:1-4). Y debemos enseñar esto sin caer en los errores y problemas comunes del capitalismo. Más que ser socialistas o capitalistas, somos llamados a ser bíblicos para la gloria de Dios.
4. El reto de procurar mayor unidad en medio de la división en la sociedad
Una de las razones más sencillas por las que la iglesia protestante en Venezuela ha tenido tan poco impacto en el país es porque está simplemente dividida.
Estoy de acuerdo en que hay diferencias muy importantes que por razones de convicciones bíblicas y conciencia deben mantenerse entre nosotros, pero es necesario que mostremos una unidad centrada en el evangelio en medio de la diversidad. Si todos nuestros esfuerzos están separados, difícilmente tendremos el impacto que la sociedad venezolana necesita.
El país necesita con urgencia que la iglesia en Venezuela comprenda los beneficios de abrazar un triage teológico que nos permita reconocernos como hermanos en la fe si abrazamos las cosas esenciales de la doctrina bíblica, aunque tengamos diferencias en asuntos doctrinales y prácticos secundarios. Esto no se trata de ser ecuménicos, ni aprobar a quienes niegan el evangelio bíblico y la Sola Scriptura (mormones, católicos, adventistas, etc). En cambio, se trata de ser bíblicos y unir esfuerzos con otros creyentes genuinos en otras iglesias. Esto requiere discernimiento (para no aliarnos con falsos maestros) y humildad (para entender en nuestras iglesias locales que no somos los únicos santos de Dios en Venezuela).
“Solamente compórtense de una manera digna del evangelio de Cristo, de modo que ya sea que vaya a verlos, o que permanezca ausente, pueda oír que ustedes están firmes en un mismo espíritu, luchando unánimes por la fe del evangelio” (Fil. 1:27). No esperemos un avivamiento mientras no estemos dispuestos a procurar más cooperación centrada en el evangelio y no en denominaciones, hombres, alianzas políticas, y cualquier otra cosa.
Dios es glorificado cuando exhibimos nuestra unión en Cristo mientras la sociedad cada día está más fragmentada por el pecado y sus efectos. Esto es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Oremos que el Señor dé a la iglesia en Venezuela mucha sabiduría al respecto.
5. El reto de modelar y enseñar integridad
Venezuela es uno de los países más corruptos en el mundo. Y cuando hay corrupción e impunidad en las esferas más poderosas de la sociedad, las personas que están más abajo en la escalera sienten que también pueden ser corruptas sin lidiar con las consecuencias. Así que la corrupción no solo está en las oficinas más importantes del gobierno. También la puedes ver en las esquinas de las calles de los barrios. Es el pan de cada día en el país.
Ante eso, la iglesia es llamada a modelar y enseñar integridad viviendo en santidad:
“Como hijos obedientes, no se conformen a los deseos que antes tenían en su ignorancia, sino que así como Aquél que los llamó es Santo, así también sean ustedes santos en toda su manera de vivir. Porque escrito está: ‘Sean santos, porque Yo soy santo’. Y si invocan como Padre a Aquel que imparcialmente juzga según la obra de cada uno, condúzcanse con temor durante el tiempo de su peregrinación” (1 Pe. 1:14-17).
Recordemos las palabras de nuestro Señor, y oremos que Él nos conceda ser verdaderamente íntegros en un país sumido en la oscuridad:
“Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos” (Mt. 5:14-16).
¿Me acompañas a orar por la iglesia en Venezuela y los pastores allí?