Debido a varias razones buenas (que seguramente compartiré públicamente en otra ocasión), he estado sin publicar tanto contenido en el blog como antes.
Así que para volver a equilibrar el universo, en este artículo traigo para ti la primera parte de una entrevista muy extensa y edificante a mi amigo Daniel Puerto sobre la importancia entender correctamente el evangelio —un tema que nos apasiona muchísimo. Nada es más importante en el universo que lo que Jesús hizo. ¡Necesitamos conocerlo bien!
Daniel es pastor de la Iglesia Bautista Palabra de Vida en Tampa, Florida (Estados Unidos), donde vive junto a su esposa y sus hijos. Estudió en el Instituto Bíblico Río Grande (Edinburg, Texas) y actualmente cursa una maestría en el Midwestern Baptist Theological Seminary. Tal vez lo conoces por ser editor de 9Marks en español y el libro De vuelta a Cristo.
Esta entrevista fue muy refrescante para mí y confío en que lo será para ti.
JB: Para empezar, ¿cómo conociste al Señor y llegaste a ver la importancia de entender correctamente el evangelio?
DP: Desde que era bebé me llevaron a la iglesia. Crecí creyendo que era salvo y que conocía a Dios. A los 18 años me mudé a la capital de Honduras para estudiar arquitectura. Allí comencé a asistir a una iglesia en la cual un joven me tomó y comenzó a discipularme. Su vida me impactó porque él andaba de acuerdo al evangelio.
Una noche, otro joven de la iglesia vino a casa y conversamos hasta la madrugada. En un momento, él cambió de tema y me preguntó: “¿Cómo oras?”. La pregunta no tenía nada que ver con lo que estábamos conversando, así que yo pensé que estaba loco. Él me insistió: “Solamente quiero saber cómo oras, cómo hablas con Dios”.
En ese momento, Dios trajo una convicción a mi mente: yo no sabía cómo orar porque no lo conocía. Estaba lejos de Él y camino a la condenación eterna. Pero entendí que a través de Cristo Jesús (lo que había escuchado desde mi niñez) yo podía ser reconciliado con el Dios verdadero. En ese momento Dios me salvó y al día siguiente ya no era la misma persona.
Llegué a ver la importancia de entender correctamente el evangelio después de escuchar testimonios de personas que habían tenido la misma experiencia que yo: pensaban que eran salvas y que iban al cielo, pero no fue hasta que comprendieron la horrible pecaminosidad de su pecado y la obra de Cristo Jesús a su favor que fueron salvos verdaderamente.
Si el evangelio no se anuncia correctamente, el evangelio no se entenderá correctamente. Si el evangelio no se entiende correctamente, solamente condenación aguarda a quien no está cubierto con la justicia de Cristo.
JB: ¿Cómo resumirías el evangelio que necesitamos creer para ser salvos y cuáles son algunos de los pasajes en la Biblia que nos hablan explícitamente sobre él?
DP: El evangelio son las buenas noticias de salvación a través de la obra de Cristo. Pero esas buenas noticias llegan después de las malas noticias (Romanos 1-3).
Dios nos creó para que le glorificáramos y disfrutáramos de Él para siempre (Ro. 11:36). Pero el ser humano se rebeló contra su Creador pecando contra Él (Gn. 3). Debido a que Dios es justo y santo (Sal. 7:11; Is. 6:1-3), Él debe castigar el pecado justamente (Ro. 3:9-20).
El ser humano merece ser condenado eternamente en el infierno por su desobediencia a Dios. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó (Ef. 2:4-7; Tit. 3:4-7), envió a su Hijo a morir como sustituto de los pecadores que creen en Él (1 Co. 5:21).
Ahora Dios manda a todos los hombres y mujeres en todo lugar que se arrepientan de su pecado (Hch. 17:30-31) y que crean en Jesús como Salvador (Ef. 2:8-10).
En mi opinión, el pasaje de la Biblia que nos habla más explícitamente sobre el evangelio es Romanos, capítulos 1 al 4. En el resto de la carta, Pablo expone sobre las implicaciones de ese mensaje en la vida del creyente (Romanos 5-16).
JB: Históricamente, ¿cuáles han sido los errores teológicos sobre el evangelio más peligrosos para la iglesia y por qué?
DP: ¡Buena pregunta! Es necesario meditar en los errores teológicos que ha enfrentado la iglesia para no caer víctimas de los mismos.
A lo largo de los 2,000 años de historia de la iglesia se han visto muchos errores doctrinales mayores. Entre ellos podemos mencionar los siguientes proponentes:
- Los judaizantes (Jesús + obediencia a la Ley = salvación).
- Los gnósticos (el mensaje de Dios está escondido y es accesible solamente para los iluminados).
- Los marcionitas (el Dios del Nuevo Testamento es diferente al Dios revelado en el Antiguo).
- El modalismo u otras doctrinas que niegan la Trinidad.
- El arrianismo, docetismo, u otras doctrinas que niegan la deidad o humanidad de Cristo.
Estos errores doctrinales del pasado han reaparecido hoy en sectas falsas como los Testigos de Jehová, el mormonismo, y el pentecostalismo unicitario (solo para mencionar unos ejemplos).
Ahora bien, en mi opinión, el error doctrinal sobre el evangelio que más influencia ha tenido en la iglesia a través de su historia y que más daño ha causado es el pelagianismo. Pelagio, que nació en el año 354 d.C., fue el primer proponente oficial de esta herejía. Justin Holcomb nos resume su enseñanza:
“Pelagio rechazó las doctrinas del pecado original, la expiación sustitutiva (la idea de que la muerte de Cristo en nuestro lugar es una intervención sobrenatural para salvarnos) y la justificación por la fe (la doctrina de que creer y confiar en Cristo es el camino hacia la salvación)”.[1]
Pelagio redefinió las doctrinas bíblicas del pecado, de Cristo, de la justificación por fe, y de la gracia de Dios. Él negó absolutamente el evangelio de Cristo, y ese error prevalece hasta nuestros días entre muchos cristianos.
El Dr. R. C Sproul hizo este incisivo comentario:
“A menudo me he preguntado si Lutero estuviera vivo hoy y viniera a nuestra cultura y mirara a las iglesias evangélicas, ¿qué diría? Por supuesto que no puedo responder esa pregunta con ningún tipo de autoridad definitiva, pero mi conjetura es esta: si Martín Lutero viviera hoy y tomara su pluma para escribir, el libro que escribiría en nuestro tiempo se titularía El cautiverio pelagiano de la iglesia evangélica”.[2]
Sí. Nadie lo pudo decir mejor. El “pelagianismo moderno” ha llevado a la iglesia de habla hispana al antropocentrismo (centrar su énfasis en el hombre y no en Dios), al legalismo (enseñar que la salvación es por obediencia a una lista de reglas), al antinomianismo (enseñar que la salvación te permite vivir sin estar sometido a Cristo), y a una miríada de errores que son fatales.
JB: ¿Cómo podemos luchar correctamente contra los errores en relación al evangelio?
DP: Es importante luchar contra las malas enseñanzas sobre el evangelio. Sin embargo, creo que eso debe ser hecho en el contexto de una vida y un ministerio centrado en el evangelio mismo, no en las luchas contra el error.
Si conocemos el evangelio verdadero, reconoceremos las tergiversaciones y falsificaciones. Así que mi propuesta es esta: conoce el evangelio, centra tu vida alrededor de él, profundiza en el evangelio y comparte este mensaje con cristianos y no cristianos por igual (no asumas que la gente lo conoce).
Considera con seriedad y gozo las implicaciones del evangelio en tu vida, en tu familia, en tu iglesia local y en tu trabajo. Como expresó Sinclair Ferguson, debemos “gastar nuestras energías admirando, explorando, exponiendo, y ensalzando a Jesucristo”.[3]
Nuestras luchas contra las tergiversaciones y falsificaciones del evangelio se deben dar no en el contexto de un ministerio belicoso, beligerante, y confrontador, sino en el contexto de una vida conquistada por el evangelio.
Como le dije a un joven que llegó conmigo recientemente con decenas de preguntas sobre los dones de lenguas, las sanidades, los milagros y los alborotos en iglesias de las cuales él había sido parte: “Esas son preguntas válidas y tienen su lugar, pero quiero que nos centremos en Cristo. Abre tu Biblia en el evangelio de Marcos. Vamos a enfocarnos en Jesús”. Él entendió el evangelio, lo abrazó, fue salvo, bautizado, y ahora sirve a Cristo y vive para Él.
Haríamos bien en seguir el ejemplo de Pablo, quien resumió su vida en Cristo (Fil. 1:21), no en sus luchas contra las tergiversaciones y falsificaciones del evangelio. Muchos hoy escribirían: “Porque para mí el vivir es defender la sana doctrina y el morir es derrotar la herejía”. Pablo no diría precisamente eso. Haremos bien en centrar nuestras vidas, ministerios y luchas en Cristo y su evangelio de salvación.
No te pierdas la segunda parte de esta entrevista en los próximos días.
[1] Justin S. Holcomb. Know the Heretics (Grand Rapids, Michigan: Zondervan, 2014), 112.
[2] http://www.bible-researcher.com/sproul1.html
[3] Citado por C. J. Mahaney, La vida cruzcéntrica (Miami, Florida: Editorial Unilit, 2003), pos. 543-544, Kindle.