“Si crees lo que te gusta del evangelio, pero rechazas lo que no te gusta de él, no crees en el evangelio sino en ti”
— Agustín.
Aunque el evangelio es un mensaje para toda persona en todo el mundo, diferentes culturas reaccionan a diferentes aspectos del evangelio de forma diferente (sí, usé tres veces la palabra “diferente”).
Creo que para nadie es un secreto que nuestra cultura occidental es muy narcisista y egocéntrica. Así que cuando un evangelista predica “¡Cristo te ama!” nos encanta gritar “amén” a eso.
Nos gusta mucho que nos hablen del amor de Dios hacia nosotros porque nos amamos demasiado a nosotros mismos.
En el continente americano, la mayoría de las personas que leen la Biblia, lo hacen a través de una especie de lentes especiales y pasan de largo pasajes en los que se habla de la santidad, ira y justicia de Dios. Seamos honestos: En realidad es como si no leyeran la Biblia. Solo creen lo que quieren creer porque no les gusta la verdad.
Yo era así y de eso he hablado aquí. Yo creía en un falso Jesús que amaba todo lo que yo amaba y odiaba todo lo que yo odiaba. Un falso Jesús con el cual yo no me sentía confrontado cuando me acercaba a Él… Un falso Jesús que se predica en muchas congregaciones en Latinoamérica.
La gente en nuestra cultura suele molestarse mucho cuando predicas lo que está en la Biblia. Ellos prefieren que les hables solo lo que quieren escuchar. Cuando hablas que Dios no es solo amor, sino que también es justo, enviará a gente al infierno porque todos merecemos ir allí, es santo, es soberano, no siempre quiere hacernos ricos, no es una especie de genio mágico, aborrece nuestro pecado, y que todos hemos pecado, la gente suele sentirse MUY incómoda y se molesta.
La verdad es que es necesario odiar mucho a alguien o desconocer MUCHO la Palabra de Dios, al punto de no ver lo obvio que hay en ella, para no contarle a las personas ese otro lado del evangelio — el lado que habla de esto que mencioné.
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Es importante enseñar la verdad de que somos pecadores y merecemos el infierno. Predicar la buena noticia sin primero haber explicado la mala no es predicar el evangelio, no es dar realmente la buena noticia. La gente jamás empezará a entender lo grande y maravilloso que es el amor de Dios y Su misericordia si no empieza a entender la justicia de Dios, Su santidad y Su ira.
Predicar a un Jesús que se parece más a Santa Claus que al Jesús de la Biblia, no es predicar a Jesús.
Lamentablemente, acá tenemos a muchos “líderes cristianos” que solo predican la mitad de la verdad — la mitad que nos parece bonita en nuestra cultura porque están más interesados en tener “iglesias grandes” que en las almas de las personas.
Es irónico, pero muchos “líderes cristianos” censuran el evangelio para no sonar muy confrontantes para que la gente no se vaya de sus congregaciones, porque temen que cuando se vayan se pierdan… ignorando que ya están perdidos DENTRO de las congregaciones en donde se predica un evangelio “light”.
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Por otro lado, hay culturas más tribales y desconocidas para la mayoría de los que vivimos en el mundo occidental, en las que las personas no tienen ningún problema con un dios que envíe a pecadores al infierno, un Dios santo y justo, y una predicación que aclare que el hombre está radicalmente depravado, PERO sí tienen problemas con la idea de un dios amoroso y misericordioso. Están de acuerdo con la mala noticia pero les cuesta mucho tragar la buena.
Es malo predicar la buena noticia sin haber explicado la mala, pero es igual de terrible no predicar la Gracia de Dios.
Como somos imperfectos, toda cultura humana tiende a resaltar y abrazar algunos aspectos del evangelio por encima de otros… y al hacer eso no estamos creyendo en el evangelio. Así que tenemos que ser cuidadosos.
Cuando creemos en un “dios de amor” que no es un dios de justicia e ira, no estamos creyendo en el verdadero Dios y estamos siendo idólatras, de la misma manera que lo sería alguien que no cree en un dios de amor. Y es que eso sería creer en un falso dios.
Nacimos para predicar todo el consejo de Dios. Prediquemos y creamos todo lo que Él nos revela en Su Palabra, porque solo la verdad puede hacernos libres, pero media verdad en realidad es una mentira. Medio evangelio no es el evangelio.