¿Que le dirías al diablo si él estuviera frente a ti y te acusara de ser un miserable pecador merecedor del infierno?
Lutero creyó en varios momentos de su vida que él era un objetivo personal de los ataques de Satanás. En ocasiones, él podía sentir la voz del diablo acusándolo para desmotivarlo y hundirlo en la incredulidad. Esto puede parecer loco para algunas personas, pero así era como Lutero lo sentía.
En algunas situaciones, Lutero luchaba contra Satanás simplemente ignorando sus palabras y tratando de continuar con su día a día. El reformador veía la renuncia a la disputa con él como un acto de fe y confianza en el Dios que opera en nosotros muchas veces sin que estemos conscientes de su obra en nuestras vidas, acallando la voz del diablo contra nuestras mentes.
Pero otras veces, Lutero sí respondía al enemigo de su alma. Lo hacía con su ingenio y humor característico:
Cuando voy a la cama, el diablo siempre está esperándome. Cuando comienza a acosarme, le doy esta respuesta: “Diablo, debo dormir. Ese es el mandato de Dios. ‘Trabaja de día. Duerme de noche’. Así que vete». Si eso no funciona y saca un catálogo de mis pecados, yo digo: «Sí, viejo amigo, lo sé todo al respecto. Y sé algo más que has pasado por alto. Aquí hay algunos pecados adicionales. Ponlos en tu lista». Si él todavía no se da por vencido y me aprieta fuerte y me acusa de ser un pecador, lo desprecio y le digo: “San Satanás, ruega por mí. Por supuesto, nunca has hecho nada malo en tu vida. Tú solo eres santo. Ve a Dios y obtén gracia para ti mismo. Si quieres arreglarme, te digo: Médico, cúrate a ti mismo”.[i]
¿Por qué Lutero respondía de esa forma tan irónica, reconociendo que ciertamente era un pecador, y luchando por restar importancia a las acusaciones del diablo? Él lo explicó en otro lugar con estas palabras:
“Cuando el diablo arroja nuestros pecados sobre nosotros y declara que merecemos la muerte y el infierno, debemos hablar así: ‘Admito que merezco la muerte y el infierno, ¿y qué? ¿Significa esto que voy a ser sentenciado a la condenación eterna? De ninguna manera, porque yo conozco a Aquel que sufrió e hizo satisfacción [de la ira de Dios] en mi nombre. Su nombre es Jesucristo, el Hijo de Dios. Donde Él está, allí estaré yo también».[ii]
Aquí tenemos un ejemplo práctico y elocuente sobre cómo aplicar en nuestras vidas el evangelio cuando nos sentimos acusados en nuestras conciencias por nuestra propia condición pecaminosa.
No importan las acusaciones que otras personas, nuestros sentimientos errados, o el mismo diablo haga contra nosotros, si hemos creído el evangelio ya hemos sido declarados justos por Dios. Como Pablo dijo,
“¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Rom. 8:33-34).
¿Estamos tomándonos esta verdad en serio cuando nos sentimos acusados?
[i] Roland Bainton, Here I Stand – A Life Of Martin Luther, Kindle Location 4978.
[ii] Michael Reeves, The Unquenchable Flame, p. 178.
Lee también: