Hoy tengo la alegría de compartir contigo una entrevista breve pero muy edificante a Jairo Namnún sobre la vida cristiana (¡no hay vida fuera de Cristo!). Estaremos hablando sobre su testimonio, lecciones que está aprendiendo siguiendo a Jesús, la urgencia de la oración y más.
Si eres un lector asiduo de Coalición por el Evangelio, seguramente has leído un artículo de Jairo. Él sirve allí como director editorial y está encargado de idear y supervisar el contenido del ministerio.
Jairo además sirvió en la Iglesia Bautista Internacional en República Dominicana como líder de jóvenes y asistente pastoral hasta mudarse a Louisville, Kentucky (en los EEUU), con su esposa Patricia para realizar su Maestría en Divinidad en el Southern Baptist Theological Seminary.
Desde la distancia doy gracias a Dios por él y los dones que le ha dado. A continuación la entrevista.
¿Nos hablas un poco sobre cómo Dios te llamó?
Desde bebé forme parte de congregaciones evangélicas y sentía que era mejor –más sano– que la mayoría de mis amigos y compañeros del colegio. Sin embargo, a los doce años logré tener suficientes excusas para faltar a la iglesia por casi dos meses. Cuando regresé noté que había un joven que yo sabía tenía un pasado de pecado pero que en ese tiempo que yo no estaba asistiendo no solo había hecho profesión de fe sino que ¡se había bautizado!
Cuando vi el cambio en aquella vida y vi lo poco o nada que yo había crecido en lo que yo pensaba que era mi vida cristiana, fui confrontado con mi condición de pecado, y ahí en la iglesia empecé a llorar profundamente. Mi hermano mayor estaba allí y, cuando me recuperé, me dijo que leyera el Salmo 51 y que Dios estaba dispuesto a perdonar. Al llegar a la casa eso hice y pasé un tiempo en oración con el Señor, y fue allí donde genuinamente empezó mi vida.
¿Cómo describes brevemente la forma en que el evangelio cambió tu vida?
Yo diría que lo ha hecho de manera especial en al menos dos ocasiones. Una primera fue aquella donde el Señor me salvó, que aunque nadie me hizo una presentación exacta del evangelio, sí entendí mi condición de pecado y la disposición del Señor para salvar a través de Jesús. Como todo cristiano sabe, a partir de ese momento nunca somos iguales.
El otro momento, y también con profundas implicaciones para mi vida, fue aquel donde entendí la centralidad del evangelio para toda la vida y ministerio; la importancia de recordar el evangelio una y otra (y una y otra y una y otra) vez. De que no pase un servicio de adoración o una reunión de oración o un tiempo de consejería o una buena conversación entre hermanos sin proclamar o meditar en el evangelio.
Ya que el evangelio es el mensaje de Jesús, y Jesús es el personaje principal de la Biblia, y la Biblia es la revelación de Dios para nosotros, el evangelio debe informar todo lo que hacemos, y debe ser proclamado constantemente. El buscar esto ha traído mucha paz a mi alma y ministerio, y ha contribuido grandemente en mi relación con Dios.
¿Qué tan importante es adentrarnos en la Biblia?
Deuteronomio 4 es un hermoso pasaje donde Moisés está exhortando al pueblo, justo en las afueras de la Tierra Prometida, a obedecer al Señor en todo. Allí él pregunta,
“¿qué nación grande hay que tenga un dios tan cerca de ella como está el SEÑOR nuestro Dios siempre que Lo invocamos? ¿O qué nación grande hay que tenga estatutos y decretos tan justos como toda esta ley que hoy pongo delante de ustedes?” (Deut. 4:7-8).
Lo que Moisés hace allí es recordarle a los Israelitas cuán superior es el Señor a los otros “dioses”, y que este es un Dios que se ha revelado en Su Palabra.
Eso es lo que hace a la Biblia el libro más importante de toda la historia: son las palabras de Dios, es la revelación de Dios. No es posible conocer genuinamente a Dios fuera de su Palabra, y puesto que nuestro Dios es infinito en grandeza y poder, nunca sabemos suficiente de la Biblia como para no buscar más. Y como nuestro Dios es tantas veces superior a nosotros, no vamos a entenderlo todo de una vez, por lo que tomaría toda una vida de adentrarnos en la Biblia para ir conociendo y entendiendo mejor a nuestro Señor. (¡Y luego toda una eternidad cara a cara con Él!)
¿Cómo explicas resumidamente lo urgente de la oración?
Nosotros no podemos hacer nada separados de Jesús. Y no hay una muestra mayor de dependencia del Señor que la oración. Cuando oramos, en un sentido, no estamos “haciendo” nada: estamos diciendo, “Señor, ¡hazlo tú!”. Es lo contrario a lo que, en nuestro pecado, nos gusta hacer: salvarnos a nosotros mismos. A la vez, no hay nada mejor que podamos “hacer” que orar: ¡le estamos pidiendo al Todopoderoso que Él actúe! Además, la oración es la vía para presentarnos ante el Señor, y ¿qué mejor lugar para estar que ante Sus pies?
¿Por qué es vital congregarnos y oír la predicación de la Palabra?
Pudiera decir que porque la Biblia lo dice debemos hacerlo y es bueno. Y eso es verdad. Pero a la vez cuando nacemos de nuevo somos adoptados en una familia, y la familia hace vida juntos. Solo no se puede. Nuestro pecado nos engaña y nuestro orgullo nos ciega, por lo que necesitamos de otros que nos ayuden a ver nuestras faltas. Otros necesitan de nosotros también. También necesitamos el estímulo y la compañía de otros que aman y adoran al Señor. Y ellos necesitan la nuestra. El fuego de la madera separado no se compara con el de un grupo de brazas juntas en una fogata.
En cuanto a la predicación de la Palabra, cuando una persona expone correctamente un texto de las Escrituras, estamos escuchando la revelación de Dios mismo. Y necesitamos la Palabra para crecer en la piedad y ser transformados a la imagen de Cristo. Pocas cosas son más importantes que estar sentado semana tras semana escuchando la revelación de Dios.
¿Cuáles son las cinco personas que más han influenciado tu fe?
- Miguel Núñez, mi pastor, mentor y consejero.
- Un empate entre John Piper y Charles Spurgeon, a través de quienes conocí realmente las doctrinas de la gracia.
- Juan José Namnún, mi hermano mayor que me llevó a la fe.
- Patricia Namnún, mi esposa, a quien admiro como ejemplo de vida de piedad y de perdón.
- C. S. Lewis, probablemente el autor que más disfrutó releer una y otra vez, y quien me motivó a escribir mejor y usar diversos medios para apuntar a Jesús.
¿Y tus cinco libros cristianos favoritos y por qué?
- Perelandra de C. S. Lewis, que no solo animó mi deseo de escribir y escribir bien, sino que cada vez que lo leo me apunta a Jesús.
- Saving Leonardo de Nancy Pearcey, que probablemente más que ninguna otra obra imprimió en mi mente la importancia de una cosmovisión cristiana.
- Discursos a mis estudiantes de Charles Spurgeon, que me mostró que un verdadero corazón pastoral va de la mano de la pasión por la sana doctrina.
- La santidad de Dios de R. C. Sproul, que más que ningún otro libro me mostró qué tan glorioso Dios es aquel a quien servimos.
- La Biblia de estudio de John MacArthur, que por muchos años informó prácticamente toda mi teología (¡quizás hasta más de lo que debía!) y una herramienta que, genuinamente, encaminó mi mente teológica.
¿Nos compartes cinco lecciones que estés aprendido siguiendo a Jesús?
- La vida cristiana es una vida de perdón. No solo de otorgarlo, sino también de pedirlo.
- No importa con cuanto cuidado digas las cosas, siempre habrá críticos y criticones. Pero no por eso debemos de dejar de ser gentiles.
- Descuidar el tiempo de devoción y oración hace grandes estragos en tu vida espiritual. No nota en lo inmediato, pero sí afecta en lo profundo.
- Lección de toda la vida: el carácter es inmensamente más importante que el talento.
- Aunque debemos ser prontos para perdonar y llenos de gracia, no debemos olvidar que el Señor sigue siendo santo y celoso y fuego consumidor. Quiero ser más cauteloso al pensar en el pecado del otro y sus consecuencias, igual que en el mío propio.
Puedes seguir a Jairo Namnún en Twitter.