Hace varios años estaba en un congreso multitudinario organizado por una congregación de la que eventualmente me fui, gracias a Dios.
En una de las conferencias, un cantante evangélico muy famoso predicó sobre lo importante de escuchar la voz de Dios de forma audible.
Creo que Dios puede hablarnos hoy. No tengo la menor duda de eso. Él nos habla mediante Su palabra, cuando la leemos y cuando el Espíritu Santo nos la recuerda en nuestro día a día.
Sin embargo, este hombre estaba en ese congreso hablando a miles de personas sobre las veces que él había “orado” y escuchó respuestas de Dios en una voz que venía desde el cielo dándole “revelación fresca” para situaciones específicas. La multitud aplaudía y respondía “amén” a lo que él decía.
Eso me impactó y me sigue impactando. Hoy, muchas personas están obsesionadas con escuchar audiblemente la voz de Dios, pero no con adentrarse en lo que Él ya ha hablado.
Un ataque a la perfección de la Biblia.
Esto es algo que debemos tener claro: La doctrina bíblica más atacada en realidad no es la doctrina de la suficiencia del sacrificio de Jesús, ni la soberanía de Dios, ni la naturaleza del hombre. Es la doctrina de la autoridad y suficiencia de las Escrituras.
Cuando se rechaza la verdad de que en la Biblia está todo lo que necesitamos saber para vivir como Dios quiere que vivamos, entonces automáticamente todas las otras doctrinas empiezan a ser rechazadas, poco a poco, y se abre la puerta al error, la superstición, el misticismo, la herejía y el oscurantismo producto de la confusión. Así se rechaza el fundamento de la fe cristiana.
Eso es lo que pasa poco a poco en miles de congregaciones en Latinoamérica.
Eso también sucedió durante cientos de años en Europa hasta que los reformadores protestantes confrontaron a la Iglesia Católica Apostólica Romana y defendieron la suficiencia y autoridad de la Biblia. Sola Scriptura.
Hoy muchas de las personas que atacan la suficiencia de las Escrituras se hacen llamar cristianas. Por lo general suelen ser falsos maestros y falsos cristianos (muchas de sus falsas enseñanzas las respaldan con un “Dios me dijo”), o creyentes con muy poco discernimiento.
Ellos atacan la suficiencia de la Biblia al darle más valor a lo que diga alguien, a una tradición o a la búsqueda de una supuesta experiencia sobrenatural, que a la Palabra de Dios.
Una de las expresiones de este ataque a la belleza y perfección de la Biblia es la frase “Dios me dijo” y la enseñanza implícita de que debemos buscar “nuevas revelaciones”.
Dios nos ama infinitamente y el Espíritu Santo no es de confusión. Él no da a algunos ‘cristianos’ experiencias de las cuales la Biblia no dice nada. El fundamento de nuestra fe y todo lo que necesitamos ya fue establecido (Efesios 2:20). Los relatos de estas supuestas experiencias ponen en la boca de Dios Palabras innecesarias, a la luz de lo que podemos leer en la Biblia, o que contradicen lo que Él ya ha revelado y atentan contra la autoridad de lo que está escrito y fue inspirado por Dios.
Al contrario, Dios nos ha dado Su Espíritu para guiarnos a toda verdad y entender mejor lo que dice Su Palabra y así no andemos en la oscuridad de la superstición (cf. 1 Juan 2:27).
Donde no hay Sola Scriptura, hay Sola Confusión y por ende Sola Perdición.
Ya Dios nos ha dado todas las promesas y Palabras que necesitamos ahora:
“Mediante su divino poder, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para llevar una vida de rectitud. Todo esto lo recibimos al llegar a conocer a aquel que nos llamó por medio de su maravillosa gloria y excelencia; y debido a su gloria y excelencia, nos ha dado grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible que ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del mundo, causada por los deseos humanos” (1 Pedro 1:3-4 NTV).
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La Biblia, respirada por Dios.
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. (2 Timoteo 3:16-17)
En ese pasaje de las Escrituras, la palabra que en español es traducida en varias traducciones como inspirada, en muchas otras es traducida como “respirada” por Dios. Leer la Biblia es escuchar a Dios.
Si queremos revelaciones frescas, leamos lo que dice la Biblia en vez de buscar experiencias sobrenaturales despreciando lo que Dios ha revelado y puesto en este Libro. ¿Por qué digo eso? Porque la Palabra de Dios es eterna y permanece para siempre. Nada es más actual y fresco que ella (Isaías 40:8). En ella está todo lo que necesitamos saber.
Creo que Dios no es amado realmente cuando buscamos alguna experiencia sobrenatural, en vez de buscar conocerlo de la forma en que Él decidió hablarnos (mediante Su Palabra). Cuando buscamos la experiencia para conocer lo que creemos que necesitamos saber, estamos despreciando que Él es sabio y previamente nos ha hablado en la Biblia. Estamos demostrando que en realidad estamos más interesados en una experiencia que en amarlo a Él. Piénsalo.
Si en verdad queremos escuchar la voz de Dios y lo amamos, nos adentraremos en Su Palabra revelada hasta el día en que estemos en el cielo. Diríamos “no puedo escucharlo audiblemente, pero sí puedo leer lo que Su dedo ha escrito; lo que Él ha revelado, lo que Su boca ha hablado, lo que puede dejar a mi corazón saciado”. Y es que “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4).
Además, recuerda que Él siempre está con nosotros cuando leemos la Biblia con un corazón humillado, en arrepentimiento, agradecido.
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Si escucharas la voz de Dios…
¿Sabes qué pasaría si escucharas audiblemente Su voz mientras estás en esta vida? Primero, creo que temblarías mucho. Segundo, descubrirás que lo que Dios te dirá, no será más claro, importante y poderoso que lo que Él ya ha hablado. Y es que todo lo que Dios ha hablado es importante por la sencilla razón de que Él es Dios.
Es por eso que abrazar la falsa enseñanza de que “algunas personas escuchan la voz de Dios y les revela cosas” y despreciar la Biblia siempre que se anhelan experiencias así, es una falla en no reconocer quien es realmente nuestro Señor; una falla en no entender lo valiosa que es la Biblia porque Dios es infinitamente valioso.
Una vida escuchando la voz de Dios es una vida atesorando la Palabra de Dios. Como cristianos, debemos entender que Dios quiere que vivamos por fe creyendo en Sus palabras con todo nuestro corazón aunque todavía no sea el tiempo de oírlo audiblemente.
Nunca supe lo que me perdía al no leer la Biblia, hasta que empecé a leerla en serio e inevitablemente me pregunté, al ver la perfección de ella, “¿Por qué no la leía antes así?”.
Leer la Biblia es escuchar realmente a Dios, aquí y ahora.