Luego de haber expuesto los 4 errores más frecuentes al leer la Biblia, hoy quiero hablar sobre los tres principales errores que muchas personas cometen con respecto a la oración.
La lista podría ser más elaborada, pero pienso que todos los errores se derivan de estos tres que mencionaré (en especial del último). ¡No los cometas!
1. No planificar orar.
Uno de los errores más frecuentes al orar… es orar con poca frecuencia. Y oramos poco porque no planeamos orar como Dios quiere que lo hagamos.
John Piper escribe sobre esto en su libro Deseando a Dios (uno de mis libros favoritos en todo el mundo):
“A menos que esté completamente equivocado, una de las principales razones por la que los hijos de Dios no tienen una vida significativa de oración no es tanto que no queramos, sino que no la planeamos. Si deseas tomarte unas vacaciones de cuatro semanas, no puedes limitarte a levantarte una mañana de verano y decir: ¡Vamos! No tendrás nada preparado. No sabrás adónde ir. Nos has planeado nada.
Pero así es como muchos de nosotros tratamos la oración. Nos levantamos día tras días y nos damos cuenta que deberían formar parte de nuestra vida momentos importantes de oración, pero aún no hemos preparado nada. No sabes adónde ir. No hemos planificado nada. Ni el momento ni el procedimiento. Y todos sabemos que lo contrario a no planificar no es un maravilloso fluir de experiencias profundas y espontáneas en la oración. Lo contrario de la planificación es la rutina. Si no planificas unas vacaciones, probablemente te quedarás en casa y verás la TV. El flujo natural y sin planificar de la vida espiritual lleva a que decaiga totalmente la vitalidad. Hay una carrera para correr y una pelea que luchar. Si deseas una renovación en tu vida de oración tienes que planificarla.
Por tanto, mi sencilla exhortación es la siguiente: Dediquemos tiempo en el día de hoy a volver a pensar en nuestras prioridades y en cómo encaja en ellas la oración. Toma alguna decisión nueva. Intenta una nueva aventura con Dios. Establece un tiempo para ella. Decide un lugar. Escoge una porción de la Escritura que te guíe. No seas tiranizado por la presión de los días muy ocupados. Todos necesitamos corregir algo a la mitad de carrera. Haz que hoy sea un día de vuelta a la oración, para la gloria de Dios y para que tu gozo sea cumplido”.
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2. No ser específico cuando oras.
¿Sabías que verías de forma más clara la respuesta de Dios a tus oraciones si fueses más específico al orar?
R.C. Sproul en su libro ¿Puede la oración cambiar las cosas? (gratis para Kindle), menciona esta razón por la cual a veces podemos sentidos frustrados en la oración:
“Cuando todas nuestras oraciones son vagas o universales en alcance, para nosotros es difícil experimentar la euforia que acompaña a las claras y obvias respuestas a la oración. Si pedimos a Dios ‘que bendiga a todos en el mundo’ o que ‘perdone a todos en la ciudad’, es muy difícil ‘mirar’ la oración respondida de una forma concreta. No es malo tener un amplio alcance de interés al orar, pero si toda oración es tan general, entonces ninguna oración tendrá aplicación concreta o específica”.
En otras palabras, a veces oramos de forma muy general por muchos asuntos y por eso no vemos una respuesta precisa por parte de Dios a nuestras oraciones, a pesar de que Él las responda y esas respuestas estén frente a nuestras caras. Necesitamos ser más específicos en muchas de nuestras peticiones a Dios. Así cuando la respuesta de Él esté ante nosotros, veremos de forma mucho más clara cómo Él sí responde nuestras oraciones.
Es importante saber que orar de forma específica no es un “truco” para que Dios siempre responda nuestras oraciones, ya que ellas son respondidas cuando son hechas conforme a la voluntad de Dios revelada en la Biblia y gracias a los méritos de Cristo (Juan 15:5, 14:3). La razón para orar de forma más específica es que nosotros necesitamos orar así. Hazlo.
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3. Orar sin buscar hacerlo bíblicamente.
Creo que el mayor error que millones de personas comete con respecto a la oración, es no buscar orar bíblicamente.
Hay personas que “oran” como si Dios nos debiera algo, sin confiar en la obra de Cristo, sin tener en cuenta lo que enseña la Biblia, y un largo etcétera. Eso hace que yo me pregunte: “¿Éstas personas oran al único y verdadero Dios revelado en las Escrituras, u oran a un dios falso y que no existe?” ¡Y es que estas personas dicen disparates cuando «oran» y no se dan cuenta de eso!
Esa es una de las razones por las que no hay evidencias del poder de Dios en la vida de muchos de los que dicen ser cristianos, y es que vivir sin orar o sin procurar hacerlo conforme lo que Dios ha mostrado, es vivir sin comunión con Él. La oración bíblica es la verdadera oración.
La oración es un asunto serio, porque acercarnos a Dios a nuestra manera es un acto de orgullo muy horrible. La oración no se trata de qué cosas podemos decir cuando oramos, sino de las cosas que Dios quiere que digamos y nosotros realmente necesitamos decir. No se trata de cómo podemos “orar”, sino de cómo Dios ha revelado que quiere que oremos.
Por supuesto, nadie es hoy un experto absoluto en la oración, pero todo aquel que ama a Dios y quiere amarlo cada día más, busca aprender a orar como Dios quiere que lo hagamos. De esto he hablado anteriormente en mi artículo Pensando nuestra forma de orar.
Tenemos que conocer a Dios y Su voluntad. Necesitamos adentrarnos en Su Palabra… y hacerlo correctamente. Una buena lectura de la Palabra de Dios nos guiará a una oración más acorde a Su voluntad, como necesitamos orar.
Si quieres aprender a orar, te animo a leer mi post “Cómo aprender a orar: Algo que todo cristiano necesita saber”, en donde hablo bíblicamente mucho más al respecto.
Si este post te ha servido, te animo a compartirlo en las redes sociales para que más personas lo lean. Es mi oración que nuestras vidas de oración honren a Dios y profundicemos en nuestra relación con Él.
Publicado originalmente el 4 de septiembre del 2014.