“Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado, para que nosotros pudiéramos estar en una relación correcta con Dios por medio de Cristo” (2 Corintios 5:21)
Un día como hoy Jesús entregó su vida en la cruz…
Hoy pienso que una oración que todo cristiano hace se puede parafrasear de esta manera: “Padre, enciende mi mente para entender más lo que pasó en la crucifixión”.
Y es que en la cruz sucedió más que lo que podemos imaginar o pensar. La cruz no solamente es el acto de amor más grande jamás hecho (Juan 3:16). La crucifixión de Jesús define qué es el amor:
“En esto consiste el amor verdadero: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio para quitar nuestros pecados” (1 Juan 4:10)
Dios no puede decidir olvidar nuestro orgullo y desprecio a Él de forma simplista, porque eso iría en contra de Su naturaleza justa. Él no tolera la maldad para siempre. Dios te ama, pero perdonarte tuvo un precio más caro del que puedes llegar a imaginar. La agonía de la cruz era necesaria y es la única base sobre la cual Dios puede perdonar tu pecado y el mío (Romanos 3).
Jesús tuvo que morir porque alguien tenía que hacerlo, pero ese alguien no podía ser cualquiera. Solo alguien perfecto puede pagar toda la deuda de las ovejas de Dios por sus pecados y ese alguien fue Dios hecho Su hijo (Juan 10:11). Dios destinó todo de esta manera y lo puedes verificar en Su palabra. Esto fue profetizado con una precisión asombrosa (Isaías 52:13 – 53:12 es algo que debes meditar).
En la muerte y resurrección de Jesús, se ejecuta lo que ya estaba planeado en la mente de Dios antes de que fuéramos creados. No creas que Jesús fue un mártir o que su muerte se debió a un fallo en los cálculos de Dios. Su muerte no fue algo que se pudiera evitar o que le pasó. Jesús vino para morir por el mundo y resucitar victorioso (Apocalipsis 5:12, 1 Timoteo 4:10)
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Hay TANTO que decir sobre la cruz, y creo que todas las palabras del mundo jamás serían suficientes.
El apóstol Pablo escribió a la iglesia en Efeso sobre lo importante de comprender cada día más el amor de Dios:
“Espero que puedan comprender, como corresponde a todo el pueblo de Dios, cuán ancho, cuán largo, cuán alto y cuán profundo es su amor. Es mi deseo que experimenten el amor de Cristo, aun cuando es demasiado grande para comprenderlo todo. Entonces serán completos con toda la plenitud de la vida y el poder que proviene de Dios” (Efesios 3:18-19)
Hoy, por la gracia de Dios, deseo lo mismo que Pablo. Que Dios encienda nuestras mentes para comprender cada día más aquello que es demasiado grande para ser comprendido por completo, y aquello tan poderoso para revolucionarlo todo (Romanos 1:16). La cruz lo cambia todo. La cruz nos cambia a nosotros.
Jesús no solo fue a la cruz para que pudiéramos ser salvos. Él fue para que lo seamos. Él hizo realmente una expiación. Él compró la fe de todos los escogidos incondicionalmente desde antes de la fundación del mundo. (Efesios 1:3-10, Hebreos 12:2) La agonía de Cristo en la cruz es la razón por la que es tan fácil para nosotros ser salvos.
Te animo a orar…
“Señor, enciende mi mente para comprender más el sacrificio de Jesús en la cruz, y cómo Su sangre derramada allí aseguró mi redención (Hebreos 9:12).
Enciende mi mente para comprender cómo en la cruz Jesús hizo la paz y reconcilió desde una perspectiva eterna toda las cosas (Colosenses 1:20).
Enciende mi mente para entender cómo la crucifixión de Cristo me santifica y me limpia de todo pecado (Hebreos 13:20-21, 1 Juan 1:7)”
En la cruz se muestra cuan pecadores somos, cuan justo es Dios, cuan misericordioso y santo es Él, y cuan amados somos.
No dejes de orar para que Dios encienda tu mente y comprendas más la cruz. No dejes de adentrarte en Su palabra. No dejes de meditar en la entrega sin medida de Jesús… y que tu gozo sea completo para Gloria y alabanza de Dios (1 Juan 1:4).
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