Las personas a veces me veían como un tipo raro cuando me preguntaban si había visto alguna serie en Netflix y yo les respondía que no tenía cuenta en Netflix. Nunca tuve interés por las plataformas de streaming… hasta que llegó la pandemia.
Mes y medio después de estar encerrados en casa, mi esposa y yo decidimos darle una oportunidad a Netflix para ver qué tan bueno podía ser. (Los nerds nos cansamos de estudiar y a veces necesitamos entretenernos de otras maneras).
Tan pronto empezamos a navegar en Netflix, nos dimos cuenta de que allí hay contenido bueno para disfrutar en familia. Pero, siendo honestos, también hay demasiadas cosas que un cristiano no debería ver si quiere tomar su santidad en serio. Ahora entiendo mejor por qué muchos creyentes nos preguntamos si deberíamos cancelar Netflix.
El lado oscuro de Netflix
“Netflix tiene una obsesión con el sexo y la violencia”, me dijo un amigo pastor hace años. Y vaya que parece verdad. Muchas de las series más promocionadas en la plataforma están llenas de eso y buscan normalizar pecados como el sexo fuera del matrimonio y la homosexualidad, entre otros. Además hay contenido muy sangriento y macabro que puede perturbarnos o insensibilizarnos a la violencia a nuestro alrededor. También es posible hallar contenido que se burla de la fe cristiana.
Otro peligro de Netflix, uno mucho más sutil, es la forma en que la plataforma y los programas allí están hechos para ser adictivos. El CEO de Netflix ha dicho que la mayor competencia de ellos es el sueño de los usuarios. Las plataformas de streaming, al igual que las redes sociales y otras tecnologías, están diseñadas para capturar nuestra atención. ¿Por qué? Porque el dinero de las empresas tras ellas depende de la capacidad que sus plataformas tengan para atraer nuestros ojos.
Por eso en Netflix se enfocan en crear contenido y presentarlo dentro de la app de una manera que fomente ver muchos episodios de manera seguida. También usan tu historial de series y películas vistas para presentarte contenido que puede interesarte cada vez más. No se preguntan si deberías ver pocas horas para que puedas enfocarte mejor en tus estudios, tu trabajo, tus relaciones familiares, o tu vida devocional a solas con Dios.
Entretenernos no es malo en sí mismo y el aburrimiento no es sinónimo de santidad. A veces nuestras mentes necesitan tiempos de recreo y hay mucha gracia común en parte del contenido de Netflix. Eso es algo por lo que podemos agradecer a nuestro Dios, ya que “toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces” en última instancia (Stg. 1:17). Mientras todo lo malo que hay en Netflix se debe a nuestro pecado, todo lo bueno que pueda haber en Netflix es gracias a Dios.
Pero el entretenimiento en Netflix puede convertirse en un ídolo que nos distrae de vivir productivamente para la gloria de Dios, debido a su diseño y nuestro pecado. La Biblia nos exhorta: “Por tanto, tengan cuidado cómo andan; no como insensatos sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Ef. 5:15-16).
Entonces, ¿debemos cancelar Netflix?
Hay varias cosas que los cristianos podemos hacer para no ser susceptibles a la manipulación en Netflix o la forma en que puede tentarnos al pecado. Por ejemplo, establecer horarios para ver contenido, nunca ver Netflix a solas, evitar las películas/series con escenas de violencia pertubadora y sexo, bloquear en la configuración algunas clasificaciones de censura, etc. Hacemos bien en considerar lo que los puritanos pensarían sobre Netflix.
Pero otra opción que tenemos es cancelar nuestras cuentas en Netflix, algo que muchos cristianos debaten. A fin de cuentas, ¿en serio necesitamos Netflix para entretenernos? Este es un debate en el que debemos ser cuidadosos, pues la Biblia no dice explícitamente si debemos cerrar nuestras cuentas en Netflix o no. En cambio, por lo que veo en la Escritura, hay al menos tres mandatos y principios generales a considerar.
1. Busca la santidad
El primero de ellos es la forma radical en que debemos batallar contra el pecado: “Si tu ojo derecho te hace pecar, arráncalo y tíralo; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno” (Mt. 5:29).
Si encuentras (por ti mismo o por el consejo de otros creyentes) que Netflix es un obstáculo para tu crecimiento espiritual, a pesar de tomar medidas serias para evitar ver cosas que te tienten a pecar y distraerte de vivir para Dios, entonces cancela Netflix. Hazlo por el bien de tu corazón, tu familia, y tu iglesia, pues eres miembro de un cuerpo (1 Co. 12:12-26).
No temas arrancar tu ojo, pues el gozo que Dios tiene para nosotros es mayor que el que Netflix jamás podrá darnos (Mt. 5:8).
2. Atiende a tu conciencia
Ahora, puede que Netflix no represente una distracción para ti y te cuides correctamente de ver cosas que no honren a Dios. ¡Bien por ti! Sin embargo, tal vez hay una especie de voz en tu cabeza que no te deja tranquilo de vez en cuando. Un sentir que te dice que igual deberías cerrar Netflix debido a los problemas de la plataforma y el contenido allí. Esa voz es tu conciencia, y como creyente eres llamado a obedecerla (cp. Ro. 14:23).
En palabras del teólogo J. I. Packer, “La conciencia es el poder incorporado de nuestra mente para emitir juicios morales sobre nosotros mismos, aprobando o desaprobando nuestras actitudes, acciones, reacciones, pensamientos y planes, y diciéndonos, si desaprueba lo que hemos hecho, que deberíamos sufrir por ello” (Concise Theology, p. 96).
Debido al pecado, nuestra conciencia no siempre funciona bien. A veces llama bueno a lo malo, y malo a lo bueno (1 Ti. 4:2). Debemos buscar que nuestra conciencia sea informada primeramente por la Palabra, y no por nuestra cultura o sentimientos.
Sin embargo, “La superstición o el escrúpulo pueden llevar a una persona a considerar pecaminosa una acción que la Palabra de Dios declara que no es pecaminosa; pero para tal conciencia ‘débil’ (Ro. 14: 1-2; 1 Co. 8:7,12) hacer lo que cree que es pecado sería pecado (Ro. 14:23), y por lo tanto las personas ‘débiles’ nunca deberían ser presionadas para hacer lo que no pueden hacer conscientemente” (Ibíd, p. 97).
3. Muestra gracia y amor
Ya sea que luego de considerar los dos principios anteriores hayamos escogido cancelar nuestras cuentas en Netflix o no, somos llamados a mostrar gracia y amor hacia los creyentes que tienen convicciones diferentes a las nuestras en este asunto (cp. Ro. 14).
Esto significa que, si tenemos una conciencia que no nos acusa por tener una cuenta en Netflix, debemos tener cuidado de no presionar la conciencia de nuestros hermanos en la fe que piensan distinto. En palabras de Pablo, en un contexto en el que abordó también un asunto de conciencia: “No sean motivo de tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios; así como también yo procuro agradar a todos en todo, no buscando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos” (1 Co. 10:32-33; cp. Ro. 14:13).
Independientemente de cuál sea nuestra decisión en este tema, tengamos humildad. No somos creyentes más maduros automáticamente por estar en Netflix o por no tener cuenta allí. Hacemos bien en evitar que este tema cause división entre nosotros juzgándonos unos a otros, pues la sangre de Cristo que nos une es más valiosa que todo lo demás en este mundo, y el Señor de la iglesia es quien juzgará todo nuestro andar (Ro. 14:12, 19).
Buscando la sabiduría de lo alto
Todo este debate sería más fácil si la Biblia simplemente nos dijera si debemos cancelar nuestras cuentas en Netflix o no. Así que vale la pena preguntarnos: ¿Por qué Dios decidió no darnos instrucciones escritas y detalladas sobre todo? Creo que es porque Él quiere que, en muchas de nuestras decisiones cotidianas, procuremos depender más de nuestra comunión con Él que de simplemente saber respuestas correctas para todas las cosas.
Consideremos eso mientras seguimos buscando pensar bíblicamente sobre Netflix. Dios en realidad decidió darnos algo mucho mejor que una guía detallada: Él decidió darse a sí mismo para perdonarnos y cambiar nuestras vidas; Él decidió que podamos disfrutar de comunión con Él y entonces demos frutos para Su gloria (Jn. 15:1-15). Y por medio de Cristo tenemos acceso para pedir a Él la sabiduría que necesitamos para conducirnos correctamente en esta época de streaming (Ef. 2:18; Stg. 1:5).
Una versión de este artículo apareció primero en Coalición por el Evangelio.