Somos llamados a vivir para la gloria de Dios. Como he dicho antes, eso significa buscar hacer todo reconociendo, con gozo y agradecimiento por lo que Cristo ha hecho, que Él vale más que todo lo demás.
Para eso es esencial que seamos productivos en la forma en que usamos la energía y el tiempo que Dios nos ha dado (Efesios 5:15-16). Y quiero compartir contigo la mayor lección sobre productividad que he aprendido.
¿Productividad sin estar a los pies de Jesús?
Para empezar, necesitamos entender que aunque apliquemos tips que veamos en Internet para ser productivos, nuestras agendas estén apretadas y logremos hacer muchas cosas, todo eso no significa que seamos productivos para la gloria de Dios. Podemos estar siendo “productivos” pero para nuestra propia gloria y camino a una gran desilusión.
Marta lo aprendió de la boca del Maestro.
“Durante el viaje a Jerusalén, Jesús y sus discípulos llegaron a cierta aldea donde una mujer llamada Marta los recibió en su casa. Su hermana María se sentó a los pies del Señor a escuchar sus enseñanzas, pero Marta estaba distraída con los preparativos para la gran cena. Entonces se acercó a Jesús y le dijo:
—Maestro, ¿no te parece injusto que mi hermana esté aquí sentada mientras yo hago todo el trabajo? Dile que venga a ayudarme.
El Señor le dijo:
—Mi apreciada Marta, ¡estás preocupada y tan inquieta con todos los detalles! Hay una sola cosa por la que vale la pena preocuparse. María la ha descubierto, y nadie se la quitará”. (Lucas 10:38-42 NTV)
Dios quiere que consideremos nuestras prioridades. Por eso María es una de mis heroínas. El servicio a Dios y el ser aparentemente productivos es uno de los mayores rivales a enfrentar en nuestra devoción a Dios… y por tanto en nuestra búsqueda de la verdadera productividad. Necesitamos a Dios para hacer las cosas como Él quiere que las hagamos.
Necesitamos entender que Dios es más importante que todo lo que podamos hacer. Ofendemos a Dios al buscar hacer muchas cosas cuando primero deberíamos estar escuchándolo. Al estar afanados en “la obra del Señor” cuando primero deberíamos estar orando y aprendiendo. Al “vivir para Dios” públicamente y no en lo privado y auténtico.
Haz como María y toma la mejor parte. La verdad es que lo que más importa no es cuanto haces en tu día a día, sino cuanto Dios ha hecho por ti.
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La lección más importante sobre productividad.
Somos realmente productivos para Su gloria, no cuando simplemente servimos mucho a la iglesia y cumplimos con un montón de tareas en varias áreas de nuestras vidas, sino cuando primero recibimos a Cristo sirviéndonos a nosotros como nuestro Señor que todo lo satisface y nos concede el querer y el hacer (Filipenses 2:12-13). Cuando Él provee para nuestras necesidades y es nuestro Rey, la gloria se la lleva Él (cf. Efesios 2:7). No nosotros.
Por eso mi consejo de productividad número uno es: De nada te sirve hacer un millón de cosas al día si no haces lo que Dios quiere que hagas.
Esa es una lección de vida para mí. Por la gracia de Dios he aprendido que siempre tengo tiempo para todo lo demás (responsabilidades, compromisos familiares, estudios, trabajos), cuando hago primero lo que necesito hacer primero. ¿Y qué eso? Estar a los pies de Jesús.
Para ser productivos, administrar nuestro tiempo y energía para la gloria de Dios necesitamos: Amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio (MUCHO control propio). Sin todo eso, jamás viviremos como necesitamos hacerlo. Y esas cosas son frutos del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23), que Jesús promete que surgirán en nuestras vidas cuando simplemente permanecemos en Él (Juan 15:4-5).
Así que, necesitamos leer más la Biblia y orar más. Es así como permanecemos en Cristo y somos hechos productivos para Su gloria.
Dios es el más interesado en que demos frutos y seamos productivos. Permanezcamos en Él, démosle siempre el primer lugar en nuestras vidas y Él se encargará de hacernos realmente productivos conforme a Su voluntad. Él se encargará de que demos frutos, y así nos enseñará a aprovechar bien el tiempo y las energías que nos da.
Orando contigo para que seamos productivos para Su gloria,
Josué.