La forma correcta de responder es con lágrimas y oración.
Para ser honesto, nunca había escuchado sobre Kirk hasta ayer. En las últimas horas me ha impresionado ver cuántos hermanos y amigos en varias partes del mundo lo estimaban. La forma en que fue asesinado pone de relieve la maldad a la que podemos llegar y cómo nuestro mundo está quebrantado. Sin importar si estamos de acuerdo con todas sus ideas o no (yo mismo estoy lejos de estarlo, por las cosas que he leído sobre él), lo ocurrido es trágico y debe llevarnos al lamento.
Lo mejor que podemos hacer es traer a Dios todo el dolor, la indignación, la sensación de perplejidad y la ira que sintamos: traer todo eso a Sus pies y clamar «Ven pronto, Señor». ¿Qué otra alternativa tiene un creyente? ¿A dónde más iremos? Vayamos a Dios. Y lloremos con los que lloran (Ro 12:15). Incluso si no estamos de acuerdo en todo con nuestro prójimo. Clamemos por justicia y misericordia para este mundo dañado, mientras esperamos el día en que nuestro Redentor renovará todo.
No obstante, al pensar en cómo responder a tragedias como esta, no puedo evitar pensar en cómo no responder y en cuánto me entristece ver a algunos influencers y líderes cristianos o conservadores prominentes responder de la forma más necia posible.
No puedo hablar con muchos de ellos (no los conozco). Pero sí puedo hablarte a ti y darte un consejo para tu consideración: por el bien de tu alma, deja de seguir a las voces que acusan «a la izquierda» del asesinato de Charlie Kirk.
Personas que meten a todos los que piensan distinto en el mismo saco de violencia y maldad, mientras ellos mismos callan ante las deficiencias y fracasos morales que lamentablemente también están presentes en la derecha, como la historia y la actualidad demuestran.
Personas que quieren convertir un hecho horrible y condenable por todos en una ocasión para el señalamiento de virtud y la autojustificación, y anotar puntos políticos y generar indignación para atraer respuestas en redes y buscar que el algoritmo les dé más visualizaciones. Que han hecho de la política su religión y lo que los hace «mejores que los otros» y no pueden tener la decencia de resistirse a usar el asesinato de un hombre para alardear de su supuesta moralidad e ideas elevadas.
Sí, esa es la peor forma de responder al asesinato de Kirk: tratando de usar este hecho a favor de nuestra agenda política, incluso en nombre de los valores bíblicos, mientras culpamos de este evento trágico a todo el que piensa distinto a nosotros. Porque cuando estamos usando el asesinato de alguien para anotar puntos en «la batalla cultural», en realidad ya hemos perdido y enterrado toda virtud.
Es difícil mostrar que amamos a nuestro prójimo cuando corremos a aprovecharnos de hechos profundamente lamentables e indignantes como este.
La verdad es que la maldad no es de derecha ni de izquierdas: está en el corazón humano (Ro 3:23). Olvidar esto es un veneno que nos lleva al legalismo y nos hace necios, no solo porque nos impide ser eficaces al buscar convencer a quienes piensan diferente a lo que enseña la Biblia, sino primeramente porque nos impide entender cuánto necesitamos la sabiduría y gracia divina.
Lo sé porque yo mismo necesito recordar esta verdad: esta tendencia en mi corazón a usar el pecado del otro para no ver el mío, y de buscar justificarme a mí mismo. Todos dependemos de la gracia y la misericordia de Dios. Y una actitud de «Señor, te doy gracias porque no soy como los del otro bando político e ideológico» es una forma segura de no recibir la justificación y la gracia que Él nos ofrece (Lc 18:11).
El Señor que vino a buscar a los enfermos no trae sanidad a quienes se creen sanos (Mr 2:17). Por eso necesitamos estar conscientes de esto. Yo necesito recordar esto y guardarme de las voces que lo niegan en la práctica. Te recomiendo lo mismo.
Siento pesar por el asesinato de Kirk, pero no puedo evitar sentir pesar también por cómo muchas personas que profesan la fe o los valores bíblicos están respondiendo a esta muerte de la manera en que no debemos hacerlo.
Que esto nos lleve a orar con más fervor: «Ven pronto, Señor».